Señores niños (Daniel Pennac) Mondadori, 2011. Por razones difíciles de explicar, Messieurs les enfants, uno de los títulos más populares de Pennac, permanecía inédito en español desde su ya lejana edición francesa de 1997, precisamente por las mismas fechas en que la hoy desaparecida Thassàlia nos presentaba su célebre tetralogía de Belleville. Quizá la adquisición de los derechos editoriales por parte de Mondadori y el estimable éxito de su anterior Mal de escuela han hecho aconsejable la publicación de este ejercicio que, como el anterior, se mueve a medio camino entre la ficción y el afán pedagógico. Unos adolescentes reciben de su rígido profesor el encargo de hacer una redacción imaginándose a sí mismos de adultos. Lo que ignoran es que la tarea se transformará en realidad para todos ellos y sus familias, así como para el incauto profesor. Deslizándose en la cuerda floja del absurdo y la ironía, Pennac no logra aquí brillar a la altura de sus mejores obras, pero sí nos ofrece otra excelente prueba de sus aptitudes para escribir de un modo inequívocamente personal.
París no se acaba nunca (Enrique Vila-Matas) Anagrama, 2003. En las escasas cuatro horas que separan las ciudades de Madrid y Estambúl di buena cuenta de esta lectura atrasada de Vila-Matas, llegando a la conclusión de que aún no he encontrado el libro que verdaderamente me convenza de su privilegiada posición en el parnaso de las letras. A ratos divertido, a ratos curioso, muy repetitivo y excesivamente egotista, me gustaría pensar que París no se acaba nunca fue concebido por el autor más como un pasatiempo para empeños de mayor enjundia que como un intento serio de autobiografía literaria.
Esta historia (Alessandro Baricco) Anagrama Compactos, 2009. A falta de leerme sus ensayos y alguna que otra de sus novelas, situaría Esta historia un escalón por debajo de las magistrales Tierras de cristal, Océano mar y Seda, pero sin duda por encima de la más convencional City. Tras dos primeras partes excepcionales, las conformadas por la infancia del protagonista y el diario de la guerra, Baricco no consigue situarse al mismo nivel con el resto, dibujando un personaje femenino que no está a la altura de su pareja, y precipitando el cierre de un círculo un tanto forzado. Aún así, hay pasajes imprescindibles en una historia que tenía todos los componentes para ser otra obra maestra.
Entrevista capotiana a Benjamín Escalonilla
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