miércoles, 27 de junio de 2012

Un thriller a valorar


Imanol Uribe siempre me ha parecido un director bastante respetable desde sus comienzos en el cine de ficción con La fuga de Segovia (1981). Títulos como La muerte de Mikel (1984), El rey pasmado (1991), Días contados (1994), Plenilunio (1999) o El viaje de Carol (2002) han demostrado con creces su solvencia, su garra y su voluntad de ponerse tras las cámaras -crisis aparte- sólo cuando un tema le interesa lo suficiente. Partiendo de un excelente guión de la joven sevillana Remedios Crespo -VI Premio SGAE de Guión Julio Alejandro-, Miel de naranjas puede despistar al espectador por su título y su trailer, enfocado más a la historia de amor que viven dos de sus protagonistas principales. Pero nada más lejos de la realidad, ya que el verdadero asunto de la película es la resistencia comunista en la España de los cincuenta, un tema no demasiado abordado en la cinematografía española y resuelto aquí con gran intensidad, por más que algunos personajes puedan caer en el estereotipo -como el interpretado por Karra Elejalde-. Al margen de algunas escenas antológicas como la del suicidio o la del rescate, Uribe sabe jugar sabiamente con la elipsis narrativa, los equívocos, los símbolos -las naranjas del título- el paisaje moral y el físico -magnífica la fotografía de nocturna de Gonzalo F. Berridi-, logrando que la cinta mantenga el interés de principio a fin sin descubrir sus cartas. La interpretación no desentona en el conjunto rayando a gran nivel, destacando sobre todo las de Eduard Fernández y Carlos Santos. Además de todas estas virtudes, Uribe nos ha hecho un gran favor a los nostálgicos, haciéndonos soñar con que el cine Jerezano, escenario de tantas ilusiones, vuelve a estar abierto. Un punto más a su favor.

domingo, 10 de junio de 2012

Buenas y negras noches


Sin duda estamos ante la mejor película del George Clooney director hasta la fecha. Si, cada una a su estilo, Confesiones de una mente peligrosa (2002) y Buenas noches y buena suerte (2005) apuntaban maneras de cinéfilo voraz y entregado a una causa independiente, con cierto aire a los Coen, esperanzas que se vinieron un tanto abajo con Ella es el partido (2008), Los idus de marzo (2012) revela solidez por sus cuatro costados en su dimensión de sátira política, que puede quedarse corta incluso, pero que en lo cinematográfico roza la perfección. Los tejemanejes de las campañas políticas en Estados Unidos, cuya hipocresía para mantener a toda costa a salvo la imagen pública y de honorabilidad será difícil que veamos por aquí en esos extremos, son retratados con toda su crudeza utilizando la imagen de un jefe de prensa -impresionante, una vez más, Ryan Gosling- que se sitúa en la misma óptica del espectador, participando de su sorpesa, su desilusión y su escepticismo. Clooney, perfecto también en su papel de candidato con doble fondo, sigue las pautas del cine clásico -El político (1949) o Ciudadano Kane (1941) se nos vienen a la cabeza más de una vez-, primando el mensaje negrísimo de la historia por encima de alardes visuales o técnicos. La pobredumbre moral que asola la película nos hace preguntarnos si cualquiera de nosotros podría escapar indemne de una situación así.