martes, 28 de mayo de 2013

Mi profesora (recuerdos)

Todavía hoy por la mañana tengo un nudo en el estómago. Un carrusel de imágenes se precipitan por mi memoria como elefantes ciegos que buscan la salida del laberinto, el papel en blanco. La señorita Maricarmen fue mi primera profesora con mayúsculas, la que me enseñó a leer y a escribir, la que tuvo tanta paciencia con mi zurda dejándola estar, la que me dio mi primer premio de literatura sin saber que había copiado mi cuento de un libro -sí, mi primer y único plagio, todavía me avergüenzo-, la que evitó que me inclinara por el lado oscuro antes de tiempo. A esa corta edad en la que uno es tan influenciable y se deja llevar con facilidad, me fui escorando con cierta peligrosidad hacia el grupo gamberro de la clase. El asunto llegó a su extremo cuando fui castigado varios días seguidos a quedarme después de clase para reflexionar sobre mi dudoso comportamiento. Sin que yo lo supiera, la señorita Maricarmen llamó a mi padre y le explicó la situación. Todavía tengo grabada aquella conversación en casa de mi abuela, yo al borde de ese enorme escalón que había que subir para llegar al salón-dormitorio, mi padre con su imponente estatura física -a los niños todos nuestros progenitores nos parecían altos- y moral, filtrando con su elocuencia habitual las razones de mi deriva y la forma de encauzarme de nuevo por el buen camino. La señorita Maricarmen estaba convencida de que yo era un niño con grandes valores humanos y enormes posibilidades académicas, que con mi actitud insurgente sólo me estaba traicionando a mí mismo, haciéndome daño e hiriendo a los que más me querían. Debía apartarme enseguida de los "garbanzos negros" y buscar amistades más enriquecedoras, que me aportaran lo que hoy calificaríamos como "buen rollo". Aunque aquello me pareció exagerado para mi desliz, yo siempre fui muy obediente, así que le hice caso a ambos de inmediato, recuperando mi estatus de chico bueno, dócil, tímido y silencioso. Entonces no lo comprendí, pero la señorita Maricarmen me estaba tendiendo una mano colosal, inabarcable para mi pequeña extremidad. Era consciente de que a esa edad un niño puede torcerse como un árbol enfermo, sin posibilidad de regenerarse. Me tenía un gran cariño y aprecio, y por eso quería evitarlo a toda costa. No sé si ahora, dondequiera que esté -si existe un cielo de profesores entrañables, seguro que está allí-, se sentiría orgullosa de la persona en la que me he convertido, pero sé -porque cuando me cruzaba con ella, lo veía en su mirada y en su forma de hablarme- que su cariño hacia mí se había mantenido intacto con los años, igual que el mío hacia ella. Gracias por todo, Maricarmen o Mamen -así te conocían los mayores-, si me permites que te deje de llamar señorita.

2 comentarios:

  1. BUENAS NOCHES JUAN CARLOS. MI NOMBRE ES MIGUEL A. GONZALEZ CUEVAS (LETE) SOY HIJO DE MARIA DE CARMEN CUEVAS SANCHEZ.
    TE ESCRIBO ESTAS PALABRAS DE AGRADECIMIENTO EN NOMBRE DE MIS HERMANOS SALVADOR (SALVI), MARIA VICTORIA (VIKI)Y MARIA DEL CARMEN (MAY).
    HOY HEMOS PASADO EL DIA TODOS JUNTOS,LOS HERMANOS CON NUESTROS CONYUGES E HIJOS.
    ALLI HEMOS RECIBIDO UN WHATSAP DE MI PRIMO PEPILLO QUE ES AMIGO DE TU HERMANO DANI.
    LO HEMOS LEIDO Y NOS HAS EMOCINADO.
    NOS HAS EMOCINADO PORQUE DE UNA FORMA VOLUNTARIA Y ESPONTANEA HAS QUERIDO MANISFESTAR UN SENTIMIENTO HACIA UNA PERSONA QUE FUE TU PROFESORA (SEÑORITA) EN TUS PRIMEROS CURSOS DE LA EGB, Y DONDE REFLEJAS BASTENTE BIEN COMO ERA NUESTRA MADRE COMO PERSONA Y PROFESORA.
    EVIDENTEMENTE EL DOLOR QUE LLEVAMOS EN NUESTROS CORAZONES NO HAY QUIEN NOS LO QUITE, PERO DETALLES COMO ESTOS TE AYUDAN A SOBRELLEVARLO .
    MUCHAS GRACIAS Y UN ABRAZO AFECTUOSO.

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  2. Gracias a vosotros por vuestras palabras. Lamento no haber podido ir a la ceremonia, pero me enteré tarde. Recordaba con mucho cariño a vuestra madre y tenía necesidad de expresarlo por escrito. Un abrazo fuerte y ánimo.

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