jueves, 19 de septiembre de 2019

Películas desaparecidas o no localizadas (V)

Usted tiene ojos de mujer fatal fue la segunda adaptación al cine de una obra del dramaturgo Enrique Jardiel Poncela, un autor muy querido por el cine, ya que sus textos sirvieron de base argumental para dieciséis películas. De hecho, Usted tiene ojos de mujer fatal, dirigida por Juan Parellada y basada en la propia novela del autor Pero... ¿alguna vez hubo once mil vírgenes?, conocería dos versiones posteriores, una de Ramón Peón en 1945 y otra de José María Elorrieta en 1962.

Junto a El amor gitano y Los claveles compone el terceto de filmes desaparecidos de Porfiria Sanchiz antes del estallido de la guerra civil. Aunque su rodaje transcurrió entre los meses de abril y mayo de 1936 en los estudios Lepanto de Barcelona con exteriores en Sitges, la película no pudo ser terminada antes del conflicto, lapidando sus posibilidades de éxito y retrasándose su estreno en la capital de España hasta el 21 de septiembre de 1939. Una de las anécdotas del rodaje fue la visita al set del dramaturgo Jacinto Benavente.

En la película Porfiria interpreta el personaje de Francisca Montánchez, ausente de la novela original, una joven enamorada, como casi todas, del apuesto Sergio, un seductor aparentemente indomable. Para tratar de conquistarle se ofrece a ocupar el puesto vacante de su secretaria. Pero viendo lo infructuoso de su empeño, decide prometerse con Indalecio, el chófer de Sergio, un tanguista argentino aprendiz de seductor que la trata con malos modos.


 En el blog especializado Jardiel en el recuerdo retratan de este modo a su personaje: "Francisca Montánchez es una mujer esbelta, de edad indecisa, elegante y con aire dramático. Natural de Albacete, es algo histérica, y ha nacido para llorar, según dice. Cada vez que hace alguna exclamación invoca a algún santo o alguna virgen".
























jueves, 5 de septiembre de 2019

Maruja Sanchiz, la starlet efímera (II)

Era cuestión de tiempo. A finales de 1935 Maruja Sanchiz gana el segundo premio del concurso a la bañista más bella y mejor presentada en maillot de Barcelona, un galardón cuando menos curioso que, no obstante, le sirvió para ir escalando posiciones en el complicado y competido mundo de la farándula y la escena artística españolas. Organizado por la revista Crónica, Maruja aprovecha su momento de gloria en la entrevista que le concede a la publicación para declarar sus deseos de emular a una Pávlova o a una Tórtola Valencia, y para dejar claro que no solo es un cuerpo y una cara bonitos, pues atesora en su biblioteca algunas de sus novelas favoritas como Los últimos días de Pompeya.

Pero en aquellos tiempos, que quizá no hayan cambiado tanto, primaba sobre todo el físico, la imagen que se daba ante el público. Reproducimos aquí algunas perlas del reportero sobre su figura y la de Agustina Gratacós, la ganadora del premio: "Líneas finas, fuertes, de andamiaje bien construido; músculos alargados, flexibles, de mujer familiarizada con el agua y con el sol. Maruja y Agustina tienen el tipo elástico de la mujer que puede ser camarada, sin dejar de ser mujer ni un momento. Son bonitas además, que esto, por sí, ya es una ganga, y todavía les falta un rato para llegar a la edad en que los hombres entramos en caja" (Crónica, 10-11-1935).

La artista habla sobre el rodaje de su primera película, ¡Abajo los hombres! (José Mª Castellví, 1936), basada en una opereta de Pierre Clarel, con exteriores en Sant Feliu de Guixols, y cuya acción transcurría a bordo de un barco tripulado solo por mujeres. Con cierto permisivismo erótico para la época y, aunque la crítica no fue muy condescendiente con ella, la película logró aguantar nada menos que 21 semanas en la cartelera madrileña, situándose en sexta posición entre las películas más vistas durante el conflicto bélico.

Pero las buenas noticias no se acaban aquí, ya que la hermana pequeña de Porfiria es contratada como tiple en el Teatro Cómico de Barcelona, debutando el 21 de noviembre con la revista Mujeres de fuego, a la que seguiría Las de armas tomar. 

Su actuación no es de las que dejan indiferentes al respetable, sobre todo al masculino claro: "Marujita, espléndida figura, atrayente belleza, simpatía a raudales, personalidad inconfundible (...) pose totalmente vampiresca, caída de ojos, labios sensuales, poca ropita... y bien aprovechada. Bueno, a otra cosa, que nos mareamos" (Enrique Tost, El Mundo Deportivo, 19-1-1936).