lunes, 24 de junio de 2019

Películas desaparecidas o no localizadas (IV)

La tienda de antigüedades (1949) fue la segunda película del director José María Elorrieta tras La ciudad de los muñecos (1945). No existen muchas referencias sobre ella, ya que estuvo tan poco tiempo en cartel desde su estreno el 20 de febrero de 1950 en el cine Ideal de Madrid, que los críticos casi no pudieron reseñarla. Tan solo el juicio posterior de Fernando Méndez-Leite en su Diccionario del cine español (1965) nos permite considerar su valía: "pese a ciertas ingenuidades, no desagrada el relato folletinesco, siguiéndose con curiosidad las peripecias de una intrépida muchachita, que nos recuerda ciertas heroínas del cine hollywoodiense".

Protagonizada en sus principales papeles por José María Seoane y Rosita Yarza, el resto del elenco lo integraron Valeriano Andrés, Manuel Dicenta, Ángel de Echenique, Julia Pachelo, Porfiria Sanchiz -que sustituyó a la inicialmente prevista Guillermina Grin-, Ángel Ter, Trini Montero y una jovencísima Maruja Díaz. La película se ambientaba en el Madrid de 1882 donde una joven llamada Isabel (Rosita Yarza) encuentra alojamiento en la casa de su tío, que alberga también una tienda de antigüedades, y donde viven más inquilinos que no reciben su visita con buenos ojos, ya que puede dar al traste con su organización, dedicada a fines fraudulentos.

Junto a Noche de celos (1950), La tienda de antigüedades (1949) se puede considerar la otra película maldita que protagonizó Porfiria con el cambio de una década que también arrojaría dos proyectos frustrados de los que hablaré en otra entrada.


miércoles, 12 de junio de 2019

Porfiria Sanchiz dibujada (II)

Durante su época de gloria en la compañía del Teatro Español, donde interpretó nada menos que 39 obras a lo largo de nueve años, entre 1941 y 1949, Porfiria Sanchiz fue dibujada por los artistas de la prensa de la época en casi todas sus actuaciones. Ya desde su primer papel protagonista en Las bizarrías de Belisa se destacan sobre todo sus ojos, desorbitados en el centro de un rostro perfectamente ovalado y por lo general con expresión seria, cuando no intrigante o de matices algo perversos. Es una constante que se reflejará y acentuará a lo largo de su trayectoria, al igual que su talle fino y la elegancia de su pose.



miércoles, 5 de junio de 2019

Películas desaparecidas o no localizadas (III)

Senda ignorada (1946) fue el debut en la dirección de José Antonio Nieves Conde (1911-2006), tras ejercer como periodista en publicaciones como Pueblo y Primer Plano, y curtirse previamente en el oficio como guionista y ayudante de dirección en varios títulos. Rodada íntegramente en estudio, la película se ambientó en la Nueva York de la época dorada del cine negro, con un reparto que respondía a nombres norteamericanos hasta el punto de que en algunos países como Bélgica se publicitó como una producción estadounidense. El argumento se centraba en la lucha de un gánster de origen italiano por escapar de la justicia acusado de un crimen que no había cometido.

La crítica de la época valoró positivamente el esfuerzo del realizador por acercarse al estilo de las producciones más representativas de un género tan en boga, sobre todo al tratarse de una primera película: "J. A. Nieves Conde, el joven director, se atreve a situar la acción de esta nueva película española en el ambiente neoyorquino y logra dar la sensación de una producción americana en nuestro idioma. He aquí el raro mérito del plasmador" (ABC, 8-3-1947). La interpretación fue igualmente aplaudida: "El trío masculino se complementa muy bien con la distinción que Alicia Palacios da a su papel y el acertado trabajo de un extenso grupo de actores secundarios, entre los que cuentan Ricardo Merino, José María Rodero, Porfiria Sanchiz, Ramón Martorí, Nicolás Perchicot, Manuel Arbó, Dionisia de las Heras, Ángel de Andrés..." (Primer Plano nº 316, 3-11-1946).

Totalmente desaparecida, se especuló un tiempo con la posibilidad de que hubiera una copia en una filmoteca sueca pero nunca se ha confirmado. Senda ignorada fue la primera película que rodó Porfiria Sanchiz tras su celebrado papel en El escándalo (José Luis Sáenz de Heredia, 1943).