Mucho se ha hablado de la ópera prima del actor y showman Paco León. Sin embargo,
Carmina o revienta, al parecer, inspirada en la vida real de su familia, con su madre como protagonista principal, peca de la inconsistencia del realizador novato, aunque esté sobrada de buenas intenciones, quizá hasta demasiadas. De hecho, la matriz de la película es su afán bienintencionado, volcado aquí en una madre coraje cuyo itinerario nos viene a decir que en esta vida hay que ser más listo que el hambre para salir adelante, y si para eso hay que engañar, delinquir o pasar por encima del que sea, pues adelante. Dicho de otra forma: ante los palos que nos da la vida, mejor tomarnos la justicia por nuestra mano. Pero las buenas intenciones no bastan para lograr una buena película. Paco León parece no saber decidirse por el docudrama o la ficción con base real y se queda a medias de todo, decantándose por una realización plana sin ningún atisbo de creatividad. La brillantez de algunas escenas como la del accidente del coche chocan con algunas demasiado alargadas y otras que se extralimitan al recargar lo soez -si la han visto, saben a cuál me refiero-, resultando un conjunto algo deslavazado que pide cohesión a gritos. Nada que reprochar, en cambio, al equipo actoral, magnífico hasta en los más pequeños papeles.
Corta se queda también
El erizo (2009)
, adaptación de la exitosa novela francesa de Muriel Barbery. Mona Achache, que ha sabido visualizar espléndidamente el bloque de apartamentos del libro y utiliza con astucia la habilidad como dibujante de la pequeña protagonista, se precipita en el desarrollo de la historia principal, narrando la intensa relación que se fragua entre la portera y la niña con exceso de velocidad, sin dar tiempo al espectador a que se encariñe con ambas y sienta, como sucede en la novela, el mazazo final como una verdadera tragedia y no como un efecto sorpresa desproporcionado. Es habitual que se diga de una película que le sobra la última media hora, pero en el caso de
El erizo ocurre todo lo contrario: le falta suficiente metraje como para que echemos de menos continuamente la novela.
Y, para que no penséis que a todo lo pongo pegas, redonda sí me ha parecido
Looper, extraordinario híbrido de géneros con guiños al primer
Terminator, capaz de ensamblar los viajes en el tiempo con el mejor cine negro, el de los perdedores capaces de sacrificarse por una causa mayor. Rian Johnson, autor de dos títulos estimables aunque poco difundidos como
Brick y
Los hermanos Bloom, así como de algunos episodios de series televisivas, ha bordado su primera película para un público mayoritario trenzando un argumento de tiralíneas que tiene en la sorpresa, las elipsis narrativas y la originalidad sus mejores bazas. El ritmo visual, del que se contagian unos estupendos Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt, es imparable, manteniendo al espectador en tensión en todo momento. La ambientación, muy lograda, y el montaje celebran la inteligencia del espectador. En definitiva, una perfecta muestra de que aún se puede ser original sin necesidad de recurrir a consabidos remakes o adaptaciones testimoniales.