viernes, 14 de mayo de 2010

Vente a Alemania, Félix

Desde julio de 2003, fecha de aparición de la traducción alemana, hasta febrero de 2006 La sombra del viento de Ruiz Zafón vendió algo más de un millón de ejemplares en el país germano. Son cifras difíciles de batir, pero la editorial Rowohlt va a apostar firme y decididamente por El mapa del tiempo de mi hermano Félix J. Palma, cuya campaña ya se puede ver por internet -el que sepa algo de alemán que nos cuente los detalles, por favor-, y eso que el libro no sale hasta septiembre. Félix no acaba de creérselo. Yo tampoco, pero intuyo que esta espiral no ha hecho más que empezar:

http://www.die-landkarte-der-zeit.de/

Microperversión

Hola, amigos. Aquí os dejo un nuevo micro un tanto oscuro del infatigable Norberto Luis Romero.

http://aragonliterario.blogspot.com/2010/05/texto-de-norberto-luis-romero.html

miércoles, 21 de abril de 2010

Dos ideas para celebrar el Día del Libro

Sin menospreciar la lectura pública del Quijote, la entrega de claveles, exposiciones y demás, aquí os propongo dos formas diferentes de vivir el Día del Libro. La primera incide más en el espíritu creador que anida en el letraherido. Tendrá lugar en el Jardín Botánico de Madrid y recupera una idea que vio la luz en el lejano 1923. Su nombre no puede ser más evocador e intrigante: el III Silencio por Mallarmé

La segunda propuesta es un microrrelato del siempre a reivindicar Norberto Luis Romero. Para el que se quede con ganas de más, en la web del escritor encontrará una bibliografía digna de mejor distribución. Os dejo con él. Que ustedes lo lean bien.

martes, 20 de abril de 2010

Wonderful Burton


En los últimos meses me he reconciliado con el cine en su hábitat natural, es decir, la sala de proyecciones, pero hasta el domingo por la tarde ninguna película me había llamado excesivamente la atención como para dedicarle unas líneas. Si mi memoria no falla, vi por este orden el musical Nine -con un Daniel Day-Lewis (¡quién lo ha visto y quién lo ve!) cansado de su propio personaje, y un director, Garry Marshall, que lo hizo mucho mejor en Chicago-, Millenium 3 -sin duda, la más floja de las adaptaciones de la trilogía-, Un hombre soltero -interesante pero lenta traslación a la pantalla de una novela de Isherwood-, Invictus -buen trabajo de Clint Eastwood, pero sin la fuerza de anteriores películas suyas- y alguna que incluso he olvidado, así que no debió dejarme mucha huella. Sin embargo, el fascinante ejercicio visual que ha logrado Tim Burton con su revisión del clásico de Lewis Carroll merece que se le perdonen errores anteriores -Charlie, Sweeney Todd o El planeta de los simios- y se recuerden sus tiempos dorados de Pesadilla antes de Navidad o Eduardo Manostijeras. El hábil e inteligente guión urdido por Linda Woolverton a partir de las dos novelas de Carroll -Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo- le pone en bandeja a Burton la oportunidad de desmelenarse haciendo alarde de su habitual imaginería visual, con detalles continuos que aconsejan un segundo visionado, efectos especiales brillantes y un ritmo narrativo envidiable acomodado al punto de vista del personaje principal. Los actores también brillan a gran altura, sin excederse en sus funciones como podía esperarse de Johnny Depp. Aquí me gustaría resaltar el papel del nunca suficientemente apreciado Crispin Glover -sí, el padre de Michael J. Fox en Regreso al futuro- y la excelente composición de Helena Bonham-Carter en el papel de la Reina de Corazones. Pura poesía, en suma.

jueves, 15 de abril de 2010

Vaya par de hermanos


Para los despistados que aún no lo sepan, esta semana ha hecho su aparición El menor espectáculo del mundo, el nuevo libro de cuentos de mi hermano Félix J. Palma, en la editorial Páginas de Espuma Nueve piezas con ecos de Todd Browning, Cecil B. De Mille, fenómenos de feria -¿aparecerá de nuevo John Merrick como personaje?- y, seguro, más de un malabarismo formal y algún que otro salto al vacío sin red.

Y, para seguir la vena fraternal, os presento un vídeo de mi hermano pequeño, Daniel. En los tiempos que corren, no hay como defender los valores de la amistad echándole un poco de humor:

http://www.youtube.com/watch?v=wNuHqCVxU5U

viernes, 19 de marzo de 2010

A doble página

Sí, amigos, los asiduos que seguís esta modesta bitácora os preguntaréis por qué escribo ahora tan poco. Nada más lejos de la verdad. En realidad, escribo más que nunca, pues estoy embarcado en dos proyectos narrativos que discurren en paralelo, y que me exigen documentación y tiempo, que es lo que más falta. Le he robado horas a la lectura, al ejercicio y a este blog que amenaza con quedar empantanado. Voy a empezar a solucionarlo ahora mismo con un breve comentario de uno de los últimos libros que me he echado a la cara: Mi amigo Stieg Larsson, de Kurdo Baksi. Sí, quizá pensásteis lo mismo que yo al verlo por los anaqueles. El típico libro oportunista que trata de hacer filón del escritor sueco más famoso ¿de la historia? Como en buena parte de los prejuicios, algo hay de verdad en ello, sobre todo por parte de la editorial Destino, que ha engordado sobremanera el cuerpo de letra del texto para que el volumen de páginas esté acorde con el precio. Sin embargo, quiero pensar que Baksi -periodista y amigo íntimo de Larsson, amén de colega profesional, pues sus revistas convivieron juntas varios años- no ha querido aprovecharse de la fama de su difunto compañero de armas, ya que en su prólogo confiesa que podía haberlo escrito mucho antes, y que en más de una ocasión ha declinado ofertas similares y rehusado participar en alguna conferencia sobre el autor de la trilogía Millenium. No ha sido hasta hace poco cuando se ha visto con energía para hablar desde la distancia cercana que permite el conocimiento dilatado y cómplice. Baksi y Larsson compartieron un propósito periodístico común: luchar contra las injusticias, sobre todo contra el racismo y la xenofobia. Más de una vez se adentraron en terreno peligroso y sufrían, sobre todo Larsson, constantes amenazas por parte de los sectores más radicales de la extrema derecha. Una de las últimas publicaciones de Larsson -que posiblemente nunca vean la luz por aquí- fue, de hecho, un manual de recomendaciones dirigido a periodistas en caso de recibir amenazas causadas por sus investigaciones.
Baksi, por tanto, no traza una biografía al uso, sino que va enlazando recuerdos y vivencias al modo de una vieja cinta magnetofónica que va pausando para aportar sus propias reflexiones sobre el escritor y su peligrosa forma de vivir, siempre al límite. Larsson dormía apenas tres o cuatro horas al día, se alimentaba de mala manera, fumaba como un carretero y era capaz de tomarse veinte cafés en una noche. Cuando le obsesionaba algo, era capaz de no parar hasta penetrar en el último recoveco del asunto en cuestión. Baksi dice que quizá lo más difícil era hacerle calle. De hecho, incluso en su último viaje, tumbado sobre la camilla de la ambulancia, fue capaz de enderezar algo su cuerpo entrado en kilos para terciar en la conversación que mantenían sus acompañantes, que especulaban sobre su edad, y gritar un estentóreo: "¡Tengo cincuenta años, joder!". A pesar de su aparente fogosidad comunicativa, Larsson era tímido para hablar en público, cuestión que siempre trataba de eludir, y fue capaz de mantener casi en absoluto secreto la escritura de las tres novelas que le acabaron aupando al estrellato y que, aunque parezca increíble, fue escribiendo de forma simultánea en el más absoluto de los anonimatos, sacando tiempo nadie sabe de dónde. Quizá los seguidores de Larsson, entre los que me incluyo, antes de emprender rumbo a Suecia para visitar los lugares de su ya promocionada ruta, deberían recorrer las líneas de este otro itinerario, mucho más íntimo y personal.

Y no dejo el periodismo, ya que gracias a las bondades de la televisión por cable, tuve la oportunidad de ver hace unos días una película de la que ni siquiera había oído hablar -mi desconcimiento de la actualidad cinematográfica comienza a ser alarmante- y que me causó una excelente impresión. La poco esforzada traducción del original, El precio de la verdad, ignora la ironía que se esconde en el título -Shattered Glass (Cristal destrozado, vendría a ser)-, pues Glass es el apellido del protagonista, Stephen (interpretado con convicción por Hayden Christensen), un periodista de investigación de la prestigiosa revista The New Republic, cuya brillante carrera se va a pique al descubrirse que nada menos que 27 de los 41 artículos que escribió para la revista contenían datos inventados. Fue la revista Vanity Fair (en la película Forbes Digital) la que destapó el caso al encontrar uno de sus periodistas, Buzz Bissinger, especializado en periodismo sobre nuevas tecnologías, irregularidades y anomalías en el artículo publicado por Glass titulado "El paraíso del hacker". La película de Billie Ray relata, sin florituras y con un ritmo frenético, la odisea real vivida por Glass y sus esfuerzos para ocultar la verdad hasta que ésta le estalla en las narices. El director tiene además la gran idea de contar la historia a través del propio personaje mientras se dirige a un auditorio de estudiantes de periodismo en el mismo aula donde estudió, charla que acaba revelándose como una nueva mentira, una ilusión más en el largo historial de un periodista que supo engañar no sólo a numerosos lectores sino a sus mismos compañeros de redacción. No es extraño que Glass en la vida real acabara dedicándose a la abogacía, un territorio profesional donde sus fabulaciones quizá hallaran nuevas aplicaciones.

viernes, 5 de marzo de 2010

Sam Spade en Berlín


Reconozco que a Philip Kerr le perdí un tanto la pista después de una lectura que me supo a poco -El infierno digital- y otra que me decepcionó sobremanera -Esaú-, sobre todo tras esa obra maestra que parecía no tener visos de continuidad -Una investigación filosófica-. Tenía vagas noticias de una suerte de saga ambientada en la Alemania Nazi, pero las citadas experiencias previas me habían mantenido al margen de la misma. Quizá porque el castigo ya duraba demasiado tiempo, quizá porque había leído críticas elogiosas sobre ese entramado llamado Berlín Noir, lo cierto es que me decidí a darle un nuevo voto de confianza a Kerr y a Si los muertos no resucitan, ¿último? episodio de una serie protagonizada por un ex agente de la Kripo, la Policía Criminal Alemana. Sólo tuve que leer las primeras páginas para certificar que me había equivocado totalmente con mi ignorancia de todos estos años. Es más, ya me apresuro a hacerme con los otros volúmenes de la ¿tetra, penta, hexalogía?, pues tanto el personaje y la trama, como los acerados diálogos y la acción vertiginosa, me recuerdan a los grandes maestros de la novela negra americana, llámense Burnett, Goodis o Hammett. La novela se escinde en dos espacios temporales y físicos separados por casi veinte años que, en lugar de quebrar el ritmo narrativo, acrecienta el interés por los personajes. Bernie Gunther tiene madera para convertirse en el nuevo Sam Spade, el Philip Marlowe de una saga llamada a hacer historia. Os seguiré contando.