lunes, 13 de agosto de 2012

Disentir todavía es posible

Hace tiempo que vengo barajando la idea de escribir una especie de decálogo sobre mis razones para no darme de alta en facebook ni en ninguna de las redes sociales tan boyantes hoy día. Mientras me decida a hacerlo, os dejo un artículo de mi ex-maestro -pero maestro siempre- Carlos Colón que podría erigirse perfectamente como uno de los artículos del susodicho decálogo:

http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1327345/redes/o/tribus.html


jueves, 9 de agosto de 2012

Parodia sana


Alguien dijo una vez que una de las actitudes más sanas y reconfortantes es reírse de uno mismo. El ombliguismo, el chauvinismo siempre han sido malos consejeros, ya que la mayoría de las veces impide ver la realidad tal como es cayendo en el más absoluto de los ridículos. Es algo que tuvieron claro desde que montaron su productora, Mundoficción, los sevillanos Alberto López y Alfonso Sánchez. Sus cortometrajes son ya leyenda en el mundo cibernético por su enjundioso y caricaturesco retrato de algunos estereotipos sociales, pero sobre todo por su acerada visión de la sociedad sevillana representada por uno de sus perfiles más identificativos: el señorito o "pijo" de copa de balón, cofradía, patillones y machito bravo.
El éxito de su propuesta a nivel nacional, con marcada incidencia en su hábitat natural, les ha animado a atreverse con su primer largo, El mundo es nuestro, asumiendo el riesgo de que su estilo, más próximo al sketch y a la brevedad, pudiera encontrar difícil ensamblaje con la duración estándar de una película. Pero para paliar ese hándicap, Sánchez, director de orquesta en la cinta, ha demostrado ser un tipo listo, ya que ha circunscrito la acción a un escenario muy limitado -el atraco a una sucursal bancaria-, permitiendo por tanto que tanto el tono paródico como el trazo grueso habituales de sus cortos encuentre fácil acomodo en un espacio reducido, ahora con más personajes, cada uno de los cuales asume un rol bien conocido por los que han frecuentado la sociedad hispalense: la reportera pluriemplada que lo mismo cubre un suceso que la Semana Santa, los atracadores "canis", la pareja de novios a la antigua, el empresario mafioso, la señora de la limpieza cotilla, la empleada con ganas de darse una alegría, el director de banco amigo de los desfalcos...
Sin embargo, aunque el grueso de la punzante pero amable crítica de El mundo es nuestro vaya dirigida contra una forma de entender la vida que prioriza el paso de una cofradía antes que la resolución de un atraco con rehenes, la película también carga desde el humor -recordando a algunos clásicos españoles como Atraco a las tres o La estanquera de Vallecas- contra la situación de crisis actual en la que los bancos se han erigido en protagonistas frente a los que los de a pie somos meros monigotes en sus inmensas manos. La efectividad de su discurso paródico no rayaría a la misma altura sin un equipo actoral que clava a cada uno de esos personajes tipo, elevando lo que podría hacer sido un mero divertimendo en una de las revelaciones del año. Quizá el cine español, que atraviesa también uno de sus peores momentos, debería seguir su ejemplo para buscar esas nuevas fórmulas que a veces están más cerca de lo que pensamos.

miércoles, 1 de agosto de 2012

The reader´s diary (X)

Aunque entre una y otra existan diferentes gradaciones, básicamente hay dos grandes modos de biografiar, de contar la vida de otro: la biografía pura y dura, que se ciñe en orden cronológico a las fechas más significativas y a las obras más relevantes dejadas por el homenajeado, y la biografía literaria, la que, apoyándose en algunos datos conocidos de la persona en cuestión, elabora una trama narrativa donde la ficción convive con la realidad para ofrecernos un personaje más que una persona. Ambas son formulaciones válidas para lograr el mismo objetivo: acercarnos a una vida lo suficientemente interesante como para merecer el esfuerzo.
En el primer grupo podría encuadrarse El tiempo es un sueño pop (RBA), biografía de Juan Bonilla sobre Terenci Moix que mereció el último premio Gaziel. Acostumbrado a lidiar con todo tipo de géneros, o quizá sería mejor decir, a imbricarlos unos con otros para lograr extraños híbridos de ensayo y ficción, Juan Bonilla demuestra con este solvente trabajo que también es capaz de imponer su estilo a un proyecto más académico de los que suele atacar con su ocurrente y chispeante pluma. Envuelto en su capa de periodista -entrevistó a Moix en el sevillano hotel Alfonso XIII revelando que las entrevistas con el escritor no podían ser cualquier cosa- y amigo, Bonilla deja más espacio en su volumen para los primeros pasos del Moix escritor, su titubeante acceso al mundo literario en una Barcelona vanguardista, y esas primeras novelas en las que ofreció lo mejor de sí mismo. Menos campo deja para el Moix más popular, el de El amargo don de la belleza o El arpista ciego, quizá porque todos conocemos más esa historia de vedette y tiple amante de figurar en cualquier sarao televisivo. Bonilla entra al trapo en sus creaciones, las sopesa y las valora en su justa medida, hablando también de proyectos frustrados, de encargos, de pasajes delirantes y cruentos en su agitada vida, de una memoria cinematográfica enciclopédica que envidiaría el mismo Georges Sadoul... Además del conocimiento de su propia persona, Bonilla recurre al valioso testimonio de su hermana Ana María Moix, a críticas de suplmentos y revistas, o a la imprescindible correspondencia. El resultado, un libro que nos acerca al Moix más íntimo y también al más extrovertido, y que a buen seguro el homenajeado habría aprobado con creces.
Los amores oscuros (Temas de Hoy) pertenece, en cambio, al segundo grupo de biografías. Tomando como punto de partida la revelación hallada en el estudio de Agustín Penón sobre el último amor de Federico García Lorca, el también jerezano Manuel Francisco Reina -contando con testimonios del propio Juan Ramírez de Lucas, de amigos íntimos de la pareja, cartas y documentos inéditos- narra los últimos años del poeta tal como pudieron haber ocurrido a raíz de estas revelaciones, situando como protagonista al joven amor del poeta, quien desde la cama de un hospital decide contar su vida a la doctora que le atienda y, de paso, también al lector. Situándose en esta perspectiva amorosa, pero sin caer en el folletín lacrimógeno, Reina nos introduce en ese Madrid de la República donde la cultura hervía por cada rincón, pero también en esa capital que empezaba a resquebrajarse con los desafueros de los descontentos, precipitando esa guerra que acabaría con todo, también con ese amor oscuro que navegaba a contracorriente, condenado de antemano. Emocionante y con gran poder evocativo, Los amores oscuros nos confirma el talento de un joven narrador que ya había dado suficientes muestras en creaciones anteriores.

martes, 10 de julio de 2012

The reader´s diary (IX)

Están los que viven para contarlo y los que viven para escribirlo, porque saben que su tiempo se agota y no quieren que lo que han visto se pierda para siempre. Siegfried Sassoon (1886-1967) y Wilfred Owen (1893-1918) podrían responder a esos dos modos de entender el hecho literario. Octogenerio el primero, pudo contar los horrores que había visto desde la distancia y la reflexión que otorgan el paso del tiempo e incluso permitirse conceder entrevistas. Owen no tuvo tanta suerte. Es más, se podría decir que la tuvo pésima, pues fue abatido una semana antes del final de la primera guerra mundial, recibiendo su madre la carta de su fallecimiento el mismo día del armisticio. Cuando su amigo y mentor Sassoon fue herido en la cabeza y obligado a permanecer en Inglaterra, Owen sintió que su deber era volver al frente francés para ser testigo en cuerpo y verso de la gran tragedia a la que ya se vislumbraba el fin. Su heroica actitud parece de otro tiempo, ajena al sentimiento de avestruz que hoy parece adueñarse del mundo. Sus poemas, vibrantes y plenos de imágenes que castigan la indiferencia, son citados con frecuencia como ejemplos máximos del pacifismo, y han sido recopilados ahora en una bella edición: Poemas de guerra (Acantilado).
De otra guerra, de sus avisos y consecuencias, habla también Phillip Kerr en el séptimo tomo de su ya clásica serie con Bernie Gunther de protagonista. Gris de campaña (RBA) transcurre casi íntegramente en celdas y salas de interrogatorio, donde nuestro hombre da rienda -más o menos suelta, según le va pareciendo y le convenga- a sus recuerdos sobre su inagotable pasado policial y detectivesco. No faltan sus habituales desplantes, las palizas, algún que otro polvo rápido, las sorpresas y, por supuesto, esa imaginería de la Europa de entreguerras y de la Segunda Guerra Mundial que el autor de Una investigación filosófica sabe recrear como un auténtico estilista. Sus seguidores estamos de enhorabuena, ya que el octavo tomo de la serie, Praga mortal, ya ha llegado a las librerías. Pronto en este mismo blog.

lunes, 2 de julio de 2012

The reader´s diary (VIII)

El que siga este blog sabrá que Kafka es uno de sus invitados ineludibles en cuanto surge la mínima ocasión. Ya se trate de una reedición de alguna de sus obras, de una nueva mirada a la inagotable Praga, o de una reciente publicación sobre el escritor checo, uno no puede esconder sus simpatías ante uno de los letraheridos con el que siente más afinidad. Por eso, y por mucho que se haya escrito y quede por escribir sobre Kafka, algunos todavía pueden aportar luz en ese universo de claroscuros que germinó el autor de En la colonia penitenciaria. Pietro Citati es uno de ellos, y en Kafka (Acantilado, 2012), libro que algunos críticos han reseñado como la biografía de un santo, demuestra su reverencia y pasión ante una figura apasionante, plena de recovecos tan angostos e impredecibles como los pasajes praguenses. Apoyándose en sus diarios y en su correspondencia con sus amadas, Citati penetra en el tuétano de sus obras más célebres poniéndolas en relación con una vida casi obligatoriamente eremita.
Tampoco fue muy larga ni feliz la existencia del poeta checo Jirí Orten, nacido cinco años antes de la muerte de Kafka para perpetuar en el tiempo ese rastro de sangre y crueldad que se extiende entre el final de una guerra y el principio de otra. Algunos han comentado que Orten tuvo la suerte de eludir el martirio de los campos de concentración, pero viendo su final -atropellado por una ambulancia alemana que no le socorrió al ser judío y denegándole el acceso a todos los hospitales de Praga-, no sabemos si el calificativo es apropiado. Tras la publicación de sus diferentes cuadernos diarísticos por Pre-Textos -Sólo al atardecer (1996)- faltaba que alguien se atreviera a dar el paso y sorteara la laguna de su quehacer poético, rubricada en cuatro libros en vida y dos póstumos, una herencia bastante fecunda para sus escasos veintidós años. Traducidos por Clara Janés, Bajo la tierra (Salto de Página, 2012) reúne su libro Elegías y algunos de sus mejores poemas, escritos desde esa perspectiva desesperanzada y rabiosamente melancólica que le convirtieron en uno de los poetas checos más alabados.

miércoles, 27 de junio de 2012

Un thriller a valorar


Imanol Uribe siempre me ha parecido un director bastante respetable desde sus comienzos en el cine de ficción con La fuga de Segovia (1981). Títulos como La muerte de Mikel (1984), El rey pasmado (1991), Días contados (1994), Plenilunio (1999) o El viaje de Carol (2002) han demostrado con creces su solvencia, su garra y su voluntad de ponerse tras las cámaras -crisis aparte- sólo cuando un tema le interesa lo suficiente. Partiendo de un excelente guión de la joven sevillana Remedios Crespo -VI Premio SGAE de Guión Julio Alejandro-, Miel de naranjas puede despistar al espectador por su título y su trailer, enfocado más a la historia de amor que viven dos de sus protagonistas principales. Pero nada más lejos de la realidad, ya que el verdadero asunto de la película es la resistencia comunista en la España de los cincuenta, un tema no demasiado abordado en la cinematografía española y resuelto aquí con gran intensidad, por más que algunos personajes puedan caer en el estereotipo -como el interpretado por Karra Elejalde-. Al margen de algunas escenas antológicas como la del suicidio o la del rescate, Uribe sabe jugar sabiamente con la elipsis narrativa, los equívocos, los símbolos -las naranjas del título- el paisaje moral y el físico -magnífica la fotografía de nocturna de Gonzalo F. Berridi-, logrando que la cinta mantenga el interés de principio a fin sin descubrir sus cartas. La interpretación no desentona en el conjunto rayando a gran nivel, destacando sobre todo las de Eduard Fernández y Carlos Santos. Además de todas estas virtudes, Uribe nos ha hecho un gran favor a los nostálgicos, haciéndonos soñar con que el cine Jerezano, escenario de tantas ilusiones, vuelve a estar abierto. Un punto más a su favor.

domingo, 10 de junio de 2012

Buenas y negras noches


Sin duda estamos ante la mejor película del George Clooney director hasta la fecha. Si, cada una a su estilo, Confesiones de una mente peligrosa (2002) y Buenas noches y buena suerte (2005) apuntaban maneras de cinéfilo voraz y entregado a una causa independiente, con cierto aire a los Coen, esperanzas que se vinieron un tanto abajo con Ella es el partido (2008), Los idus de marzo (2012) revela solidez por sus cuatro costados en su dimensión de sátira política, que puede quedarse corta incluso, pero que en lo cinematográfico roza la perfección. Los tejemanejes de las campañas políticas en Estados Unidos, cuya hipocresía para mantener a toda costa a salvo la imagen pública y de honorabilidad será difícil que veamos por aquí en esos extremos, son retratados con toda su crudeza utilizando la imagen de un jefe de prensa -impresionante, una vez más, Ryan Gosling- que se sitúa en la misma óptica del espectador, participando de su sorpesa, su desilusión y su escepticismo. Clooney, perfecto también en su papel de candidato con doble fondo, sigue las pautas del cine clásico -El político (1949) o Ciudadano Kane (1941) se nos vienen a la cabeza más de una vez-, primando el mensaje negrísimo de la historia por encima de alardes visuales o técnicos. La pobredumbre moral que asola la película nos hace preguntarnos si cualquiera de nosotros podría escapar indemne de una situación así.