lunes, 9 de septiembre de 2013

Hitchcock: cero en suspense


Los biopics de directores del Hollywood clásico, amén de ser escasos, nunca suelen ser películas de fuste. Así, a vuelapluma, sólo recuerdo dos excepciones dignas de recordar, y en ambos casos, abordaban la figura de realizadores menores e irregulares, cuando no directamente prescindibles: me refiero a Dioses y monstruos, basada en la vida de James Whale, y a Ed Wood, a quien Tim Burton encumbró a una gloria póstuma. El primer largometraje de ficción de Sacha Gervasi (1966) no vendrá a cambiar las cosas. Atreverse con una figura tan emblemática como Alfred Hitchcock ya era una aventura de riesgo y, aunque el libro de Stephen Rebello en el que se apoya acota una mínima coyuntura temporal en la vida del cineasta -la que comprende la génesis, rodaje y estreno de Psicosis- los resultados no son muy alentadores. La esforzada y loable interpretación de Anthony Hopkins como el mago del suspense y de Helen Mirren como su mujer, la guionista Alma Reville, no son suficientes patas para un banco que nació cojo. La realización es plana, alimenta los tópicos ya tan historiados de la vida del director -su obsesión por las rubias, la ambigua relación con su esposa, la pasión enfermiza por su trabajo...- y peca de falta de ambición. Uno tiene la sensación de estar ante un producto realizado para la pequeña pantalla en lugar de ante una película con un punto de partida prometedor. Para quien tenga un mínimo conocimiento de la vida y obra del director inglés, la previsibilidad es la tónica dominante en una cinta con pocos aciertos para recordar, quizá la forma de presentar la historia como un episodio del conocido "Alfred Hitchcock presenta". El resto se diluye en una atmósfera átona que flaco favor hace al mito. 

lunes, 26 de agosto de 2013

Argo

No he tenido oportunidad de ver las dos películas anteriores de Ben Affleck, pero el reciente visionado de Argo me motiva desde ya a recuperarlas. Sobra decir de qué va la película pasados varios meses desde su estreno, en los que la cinta ha tenido tiempo de acumular premios que acreditan su calidad. Un argumento tan original y, sobre todo, tan poco conocido de la historia reciente de Estados Unidos, uno de esos apetecibles bombones por los que la necesitada industria hollywoodiense suspira largamente, corría el riesgo de caer en el espectáculo fácil, en esa autocomplacencia norteamericana tan propia de los grandes estudios. Affleck, sin embargo, sabe moderar el entusiasmo para contar una historia al modo clásico, sin grandilocuencia ni aspavientos, con las dosis justas de suspense, tragedia y divertimento: sí, las ráfagas de humor de Argo no desentonan en el marco de esta oscura y enrevesada trama de intereses políticos, religiosos y territoriales. Aunque a veces el joven director peque de cierto maniqueísmo en el abordaje de algunas escenas y el tratamiento de algunos personajes, el desarrollo de la acción goza de un brío inusitado, recordando por momentos a otra imprescindible película de conspiraciones políticas, la británica In the loop. Con Argo Affleck se ha ganado a pulso el reconocimiento de crítica y público, el mismo que perdió hace años en su faceta interpretativa, algo que dudo mucho recupere asumiendo el personaje del hombre-murciélago en la próxima entrega del superhéroe en la pantalla. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

The Reader´s Diary (XXII)

Karoo y James Sveck comparten algo más que el protagonismo absoluto de dos de las novelas más celebradas de los últimos años: son diferentes, inadaptados, asociales y presentan grandes problemas de entropía con el mundo que les rodea al igual que gozan de una facilidad innata para herir a las personas más cercanas. Aunque les separan muchos años de edad -Karoo está en la cincuentena y Sveck es un preuniversitario- no he podido dejar de establecer lazos de unión entre uno y otro, por mucho que el contexto narrativo y los intereses de los personajes difieran bastante entre sí. Karoo es un extravagante guionista de Hollywood que remienda las creaciones de otros con el objetivo declarado de otorgarles su pertinente prurito de comercialidad. Su matrimonio se fue al traste hace tiempo, es alcohólico "anestesiado", tiene un hijo adoptado al que intenta acercarse y, last but not least, en su búsqueda de la madre verdadera del chico, se enamora perdidamente de ella y cree ser feliz. Sveck es un adolescente introvertido, apasionado lector de Trollope y Shakespeare, potencialmente homosexual, a quien le cuesta entablar relaciones sociales y descree del futuro universitario común.
Karoo (Seix Barral, 2013), de Steve Tesich -guionista de El mundo según Garp- se publicó tras la muerte del autor, ingresando inmediatamente en la lista de novelas de culto de las últimas décadas. Tras la traducción francesa, recibió el Premio Mémorable a la mejor novela inédita, convirtiéndose en el bestseller sorpresa de la temporada literaria. El estilo de Tesich es muy visual -nada extraño, si tenemos en cuenta sus orígenes- y nos sumerge de lleno en la estrambótica vida de este personaje enfermizo, condenado a fracasar en todos los proyectos vitales en los que se embarca, al contrario que en su vida profesional, al menos si se aborda desde una óptica lucrativa y no ética. A pesar de su más que dudoso proceder, Tesich consigue hacer simpática a su criatura tiñéndola de claroscuros, intercalando risa y tragedia con la pausa necesaria para cogernos desprevenidos. No sé si Sam Mendes se habría leído la novela antes de American beauty, pero creo que el personaje de Kevin Spacey le debe mucho a Karoo.
Algún día este dolor te será útil (Libros del Asteroide, 2012), de Peter Cameron, confirma a su autor como uno de los escritores norteamericanos -quizá junto a Franzen y Eugenides- que mejor ha diseccionado a la familia y sus relaciones. Narrada en primera persona, el tierno pero también agrio retrato de James Sveck es un dardo en la diana del american way of life. La familia desestructurada intenta mantener las apariencias, pero todas las costuras están al aire y Sveck nos las va enseñando sin tapujos, dando rienda suelta a sus pensamientos más recónditos o aireándolas en las consultas terapéuticas a las que acude presionado por su madre. Dotada de un lirismo casi invisible, la novela de Cameron transita por aguas cenagosas haciendo gala de un aparente mínimo esfuerzo que no es tal, sino todo lo contrario. El final abierto nos hace desear una continuación, aunque ignoro si estará en la mente del autor. La semilla, al menos, ya está plantada. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

lunes, 5 de agosto de 2013

The Reader´s Diary (XXI)

Me consta que Eva Díaz Pérez es una contumaz viajera y una apasionada lectora, y que ambas devociones se ensamblan modélicamente en su interés por la historia de la Europa más reciente, ese viejo continente que tantas novelas guarda dentro todavía. Adriático (Fundación José Manuel Lara, 2013), con la que la autora sevillana se ha alzado con el Premio Málaga de Novela, debería ser sin duda una de esas novelas; sin embargo, me resisto a considerarla como tal. Adriático se puede leer como un largo poema en prosa, se debe leer como un largo poema en prosa, donde cada capítulo-escala dibuja perfiles de dos ciudades que invitan a la ensoñación y a la fantasía, Venecia y Trieste, y bosqueja retratos de personajes como el artista que con sutiles brochazos expresa un carácter, un estado de ánimo, sin mediar más palabra. Claro que en Adriático hay una historia, la de un profesor que, a punto de jubilarse, recibe el encargo de tasar los objetos que se rescatan de los canales venecianos, cada uno con su particular historia de olvido, esplendor y miseria. Un profesor que vuelve al palacio de sus primeros años para reencontrarse con los fantasmas del pasado familiar, con los cinco sentidos abiertos a las ciudades y cosas que fueron y a las ciudades y cosas que son. Ello le permite a la escritora lucirse en las descripciones, en los detalles, en las composiciones, pues la novela se teje con estampas de primorosa literatura, abandonando al personaje central para bifurcarse, como si viajáramos en góndola por el laberinto de canales de esa ciudad inigualable, en secundarios casi anónimos cuya propia novela quedó sumergida en el fondo del mar, en antepasados que se resisten a desaparecer para siempre y vagan entre las sombras y los muebles apolillados, en lugareños como el viejo Pietro que parecen haber estado siempre ahí. Ecos de Magris, de Baricco, incluso de Fellini o Visconti, aquilatan las páginas de Adriático para hacer de ella ese poema de amor no confesado a una ciudad (o a dos), ese canto a una Europa siempre a punto de desaparecer, como Venecia.
Ignoro si Eva es aficionada también a la magia, pero de lo que no hay duda es que Harry Houdini fue, en el ámbito de los fenómenos extraños y casi sobrenaturales, un símbolo en la historia cultural del viejo continente. Nacido en Budapest y fallecido en Detroit víctima de su propia egolatría -fue golpeado a petición propia por un estudiante, lo que le produjo una hemorragia interna irreversible-, el célebre escapista y sus hazañas dieron de comer durante años a la prensa, generaron numerosas biografías e incluso un estimable biopic protagonizado por Tony Curtis. Sin embargo, la faceta de escritor de Houdini quizá sea la menos conocida. Ahora, Capitán Swing edita en español Cómo hacer bien el mal, un conjunto de escritos publicado en 1906 en los que el escapista alertaba a las posibles víctimas de los trucos más usuales de ladrones, carteristas o allanadores de moradas con el fin de estar siempre alerta contra los enemigos de lo ajeno. Este libro se acompaña de otros textos publicados por Houdini a lo largo de su vida en los que, entre otras cosas, muestra su feroz cruzada contra el espiritismo, lo que le ganó una tirantez perenne en su relación con Arthur Conan Doyle, autor del prólogo de esta edición. El libro se abre, no obstante, con un tímido intento narrativo de Houdini, en el que relata su sueño de ser encerrado en una pirámide egipcia. Este fenómeno irrepetible, que llegó a editar durante dos años una revista, demuestra sus excelentes dotes para la literatura, dejándonos conocerle un poco más, aunque, como nos aclara al final, sin revelar esos trucos y habilidades que le permitían escapar de cualquier prisión o de un tanque de agua congelada sujeto por cadenas. Esos secretos son los únicos que están a buen recaudo en su tumba.

lunes, 22 de julio de 2013

The Reader´s Diary (XX)

La tercera edición del III Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero consolida la trayectoria de la joven escritora mejicana Guadalupe Nettel (1973), autora de dos novelas y tres libros de cuentos anteriores, siendo Pétalos (Anagrama, 2008) el que la dio a conocer en nuestro país. El matrimonio de los peces rojos (Páginas de Espuma, 2013) agrupa cinco relatos en los que diferentes animales (los peces rojos del título, las cucarachas, los hongos, los gatos y una serpiente) actúan, por un lado, como motor de la historia y, por otro, como reflejo del estado anímico y físico del/la protagonista. En el cuento que abre el volumen y que da título al mismo, una pareja de exóticos peces por naturaleza incompatibles asisten a la disolución del matrimonio que los acoge en su casa y a su propia muerte. En la segunda pieza, un adolescente acogido por circunstancias económicas en casa de sus tíos ve reflejada su vida en la invasión, destrucción y posterior desamparo de las cucarachas de la vivienda. El tercer relato muestra otra relación imposible de pareja, un adulterio doble consentido mutuamente del que son testigos los hongos que anidan en las partes pudendas de los participantes. A través del embarazo de su gata, una joven estudiante sufre en silencio el fruto aparentemente no deseado de una relación fugaz. Finalmente, el cuento que cierra el conjunto, imbuido sin duda de cierto toque zen, tiene como protagonista a una peligrosa serpiente, a quien un cabeza de familia con orígenes asiáticos ha instalado en un terrario de la vivienda familiar ante la desazón de su mujer e hijo.
La tesis inicial -en algunas ocasiones, los animales pueden simbolizar una determinada situación vital, erigiéndose en espejo de nosotros mismos- encuentra una perfecta plasmación en un desarrollo intenso y una voz directa y fresca que nos gana desde las primeras líneas. Como ya demostró en libros anteriores, Nettel transmite empatía con el lector, sin ser amiga de demasiados malabarismos formales, haciendo de la sencillez y la intimidad sus principales valores. Sin duda, uno de los libros de relatos a tener en cuenta a final de año.
Algo de animal hay también en los comportamientos de ciertos aficionados al deporte rey, pero a ellos -no hay ninguna duda- no está dedicado este enjundioso y apasionante relato sobre la rocambolesca historia del fútbol español, de la que uno podría atreverse a fijar paralelismos con la Historia en mayúsculas, sólo que a la inversa: donde antes no teníamos nada, ahora tenemos un imperio, y somos admirados y temidos a escala mundial. El libro del periodista Tom Burns Marañón, De Ríotinto a la Roja (Contra, 2013), hace un recorrido vibrante y forzosamente resumido -sería imposible detenerse pormenorizadamente en cada lance deparado por nuestra selección y equipos punteros- por el devenir del fútbol en nuestro país: la formación de los primeros clubes de emigrantes ingleses en Huelva y Bilbao, las primeras participaciones de la selección, la rivalidad Barça-Madrid, fichajes millonarios que dejaron huella, entrenadores, estadios, árbitros, porteros, defensas leñeros, delanteros imparables... El momento elegido por Burns para presentar su obra ha sido el más idóneo. De hecho, se vio obligado a escribir un epílogo a la edición inglesa tras la consecución de la segunda Eurocopa en 2012, algo que ninguna selección había conseguido tras ganar el Mundial. El libro se lee con gran amenidad, está trufado de anécdotas, rescata nombres que yacen en el olvido, mantiene la ecuanimidad sin caer en el fanatismo, y pone las cosas en su sitio: la leyenda con la leyenda y el fracaso con el fracaso. Sólo nos queda por desear que Burns Marañón se vea obligado a escribir un nuevo epílogo el año que viene, si somos capaces de ganar en Brasil. Algo que con ese optimismo que tanto nos haría falta en otras situaciones, no se me antoja nada descabellado.