jueves, 23 de mayo de 2019

Porfiria en el Conservatorio

Aunque asiste como oyente en el curso 1928-29 Porfiria Sanchiz ingresa en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación al año siguiente permaneciendo los tres cursos académicos y asistiendo a las asignaturas obligatorias en el reglamento del centro: Indumentaria, Historia de la literatura dramática, Historia antigua y moderna de la esgrima y su práctica, y, por supuesto, declamación, que era la que más interesaba a los futuros profesionales.

Como complemento a las enseñanzas impartidas en el Conservatorio, los alumnos realizaban ejercicios escolares consistentes en funciones públicas en las que demostraban sus aptitudes sobre las tablas, ya fuera recitando poemas o interpretando piezas breves o pasajes de conocidas obras teatrales. Eso les permitía también perder el miedo escénico y foguearse ante la futura exigencia de público y crítica.

Porfiria, que solo había tenido breves incursiones anteriores sobre las tablas durante su estancia familiar en Tenerife, debuta en los escenarios madrileños, concretamente en el Teatro Cómico, el 11 de abril de 1930 merced a una de las prácticas llevadas a cabo por el profesor de Declamación Práctica del centro, Enrique Chicote. Presentada en los periódicos de la época como Porfirita Sanchís, la actriz leyó un poema de Chamizo e interpretó junto a Luis Campanario el entremés de los hermanos Álvarez Quintero Ganas de reñir. 

Al año siguiente, y aunque ya formaba parte como meritoria de la compañía de Margarita Xirgu, Porfiria siguió participando en estos ejercicios escolares. De nuevo a las órdenes de Chicote, interpretaría el 20 de marzo en el Teatro de la Princesa el epílogo de la obra Nena Teruel de los Álvarez Quintero.

Integrada en la compañía de Irene López Heredia, el 22 de marzo de 1932 Porfiria participa por última vez en una práctica escolar, esta vez en el Teatro María Guerrero, recitando la obra de Eduardo Marquina En Flandes se ha puesto el sol. 





miércoles, 15 de mayo de 2019

Películas desaparecidas o no localizadas (II)

Noche de celos fue la cuarta y última película como director del pintor, escenógrafo y guionista Fernando Mignoni (1884-1971). Conocida también durante su tortuoso rodaje -interrumpido en varias ocasiones por falta de película virgen- como Volver a vivir o La silla de la muerte, está considerada como una película maldita en la historia del cine español, ya que, una vez terminada a principios de 1950, su estreno se retrasó más de un año después, recibiendo los varapalos de la crítica: "Argumento absurdo que lleva a remolque todo lo demás. Situaciones falsas. Vulgaridad" (Dígame); "No hay ni un destello de arte en toda la película. Todo es rematadamente malo" (El Alcázar).



La acción se desarrolla en una casa donde viven un juez y su esposa paralítica. Para asistir a esta el matrimonio contrata a una dama de compañía, que tiene un turbio pasado que se va desvelando poco a poco. Porfiria Sanchiz incorpora a Vicenta, una criada del servicio doméstico. En dos de las escasas fotos que se conservan de la película se la identifica al fondo de la escena, en un plano secundario como era habitual en sus apariciones, pero haciendo gala de esa mirada intrigante suya tan característica. Los papeles principales del reparto fueron para José María Seoane, María Jesús Valdés, Gina Montes, Montserrat Blanch y Rafael Bardem, varios de los cuales ya habían coincidido con Porfiria sobre las tablas. El misterio en torno a Noche de celos se extiende a su argumento, escrito por Ángel A. Álvarez a partir de un cuento de José Castedo nunca localizado y de quien no se sabe absolutamente nada.














jueves, 9 de mayo de 2019

Las casas de Porfiria Sanchiz

La vida de Porfiria Sanchiz, sobre todo en su infancia, adolescencia y juventud, estuvo condicionada por el empleo de su padre Francisco, ingeniero de profesión, reclamado por buena parte de las compañías de electricidad que implantaban entonces la red a lo largo y ancho de la península y en los territorios insulares. De ahí el carácter nómada de esos primeros años de la futura actriz, cambiando de domicilio con bastante asiduidad, sin asentarse en ningún sitio. Me queda aún la tarea pendiente de concretar fechas y lugares de residencia para ir cerrando el círculo sobre ese itinerario que discurre por Barcelona, Puertollano, Málaga, Sevilla o Tenerife.

Me centraré ahora en las tres viviendas quizá más significativas de su vida. Porfiria nace en la madrugada del 15 de junio de 1909 en el número 13 de la céntrica calle Bolsa, entonces llamada Infanta Doña Eulalia. Por su cercanía con el corazón de la ciudad, la plaza del Cabildo y la calle Ancha, este primer tramo de la calle lo ocupaba la clase media, profesionales del sector del comercio, médicos, corredores, cosecheros, militares... mientras que el segundo tramo, que se extendía hasta el barrio marinero, lo componían las casas de las familias más humildes.

Mis investigaciones para localizar la casa natal en el archivo del catastro municipal fueron infructuosas, ya que la principal dificultad estribaba en saber, en caso de seguir en pie, qué número ocupaba en la numeración actual de la calle. La respuesta la encontré por pura casualidad en el libro Arquitectura del veraneo y su época en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1900-1950, de la investigadora Ana Mª Gómez Díaz-Franzón. En el capítulo 5.9 titulado "Otros edificios singulares en el casco urbano", y, en concreto, en el apartado "Casas en calle Bolsa y Trasbolsa", al hablar de la Casa Argüeso (actual Bolsa, 29), dice lo siguiente: "Un año después -1899-, el mismo Juan de Argüeso reformará la casa aledaña, entonces Bolsa, 13, que aún conserva las molduras de los huecos superiores decoradas con frisos de palmetas de carácter modernista". El azar depara a veces estas sorpresas. De ahí el agradecimiento que le dedico a Ana en mi libro.

Más dudas plantea el número 19 de la calle Gaztambide, en el barrio madrileño de Chamberí, donde Francisco instala su despacho y la familia su nueva residencia en 1929. Según la referencia catastral localizada en la sede electrónica del catastro del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, el edificio de viviendas del número 19 se construye en 1932, por lo que las hipótesis plausibles son que se edificara sobre el anterior o que la numeración cambiara como en el caso de Sanlúcar.




La tercera casa, posiblemente donde Porfiria residiera más tiempo, se corresponde con el número 2 del pasaje General Mola, llamado anteriormente Sud-América, perpendicular con la actual calle Príncipe de Vergara. Gracias al anuario editado por el Sindicato Nacional del Espectáculo tenemos constancia de que Porfiria vivió allí al menos desde 1955 hasta su fallecimiento en 1983.

jueves, 2 de mayo de 2019

Películas desaparecidas o no localizadas (I)

Son varias las películas desaparecidas de Porfiria Sanchiz o de las que no he podido localizar ninguna copia. También se ha dado el caso de no poder visionarla por encontrarse muy deteriorado el negativo, como me ocurrió con Hamelín (1968), localizada en la Filmoteca Española. Los claveles (1936) pertenece a ese escaso veinte por ciento de títulos invisibles en una filmografía que abarca 48 películas.
Realizada por Santiago Ontañón a partir de la zarzuela homónima escrita por Anselmo C. Carreño y Luis Fernández de Sevilla, con música de José Serrano, estrenada en 1929, se rueda entre noviembre y diciembre de 1935 en Barcelona, y, al estar producida por una empresa valenciana, la PCE (Productora Cinematográfica Española), se estrena en la capital levantina el 7 de enero, retrasándose el estreno nacional en Madrid al 3 de febrero.
Los claveles se inserta en el que podríamos llamar subgénero "zarzuelero" que consistió, sobre todo en los años dorados del cine mudo y en los primeros del sonoro, en filmar zarzuelas que habían cosechado gran éxito de público. Porfiria interpreta en la película a Paca, amiga y compañera de trabajo de Rosa, maestra de obreras de la fábrica de perfumes Los Claveles. Su actuación sería reconocida en algunos medios: "La interpretación revela el entusiasmo existente entre nuestros artistas por incorporarse al cinema. Muchos de ellos hay ya que han irrumpido en el lugar acotado a los triunfadores, llevando como primordial cualidad su sinceridad en la labor. Sinceridad que, a veces, tiene una vitalidad tan extraordinaria, que llega a suplir y aún a aventajar al genio. En Los claveles realizan un cometido de resultado alentador Amparo Bosch, María Arias, Porfiria Sanchiz, Mario Gabarrón y Ramón Cebrián" (El Liberal de Murcia, 7-4-1936).


miércoles, 24 de abril de 2019

El padre de la artista

Francisco Sanchiz Cucart (Gandía, 1875- ...), padre de la actriz Porfiria Sanchiz, fue un ingeniero muy reconocido en su época cuya actividad estuvo relacionada sobre todo con la implantación de la electricidad en España. Por ese motivo fue contratado por la Compañía Andaluza de Electricidad para instalar la red eléctrica en Sanlúcar, que sustituiría al alumbrado por gas. Su estancia en la localidad propició que allí naciera la futura actriz el 15 de junio de 1909.
La acuciante demanda de profesionales para la floreciente energía motivó que Francisco fuera reclamado en diferentes ciudades de toda España. En 1912 le situamos como ingeniero de la Sociedad Eléctrica Moderna de Jerez, y tenemos constancia de su paso por Cádiz, Sevilla, Málaga, Barcelona y Puertollano, donde Porfiria estuvo interna en un colegio religioso.
En 1928 Francisco es contratado por la Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos, S.A. (CICER) para implantar la red eléctrica en Tenerife y Las Palmas, donde llegó a exponer sus planos del trazado eléctrico en un escaparate de la ciudad. Tras este periplo insular, la familia se instalará definitivamente en Madrid, donde Francisco abrirá su propio despacho en el número 19 de la calle Gaztambide del barrio de Chamberí.
Hombre inquieto y muy trabajador, no descartamos que tuviera el arrojo de participar en un pequeño papel -quizá camarero- en la película La hija de Juan Simón (José Luis Saénz de Heredia, 1935), en cuyo reparto figura un tal Francisco Gaztambide -¿la calle de su despacho para ocultar su apellido?- de quien no se conocen más películas.


martes, 16 de abril de 2019

Porfiria Sanchiz y los Álvarez Quintero

Clara la valiente fue el personaje que los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero escribieron expresamente para Porfiria Sanchiz en su obra Juanito Arroyo se casa, una revisión del mito de Don Juan, estrenada en el Teatro Benavente el 26 de octubre de 1933. Fue el bautizo de la actriz con la compañía Vico-Carbonell, encabezada por los actores Antonio Vico y Carmen Carbonell. La obra alcanzó las 81 representaciones y la interpretación de su personaje volvió a suscitar los elogios de la crítica.



Como muestra un encendido extracto de la publicada por el periodista José D. De Quijano al término de la temporada teatral: "Porfiria Sanchiz correspondió al honor que los autores le hacían confiándola papel de tanta responsabilidad, con la máxima emoción, con gratitud sincera y con el más legítimo entusiasmo. Y, lo que es más importante, con pleno acierto en su interpretación. Puso pasión y fuego en la voz -esa voz suya, cálida y sin gritos, que parece empañar, como a un cristal, el vaho ardiente de su propio aliento-; fulgores dramáticos en el gesto -su gesto patético, en que se adivina la posible futura primera actriz de drama-; brillos de llamarada o resplandor de luna clara en sus inmensos ojos, algo egipcios -cleopatrescos-, según el rencor y la desesperación o la fascinación amorosa se asomaban a ellos, y garbo en la figura, de esbeltez inverosímil en talle cenceño, flexible, como el acero de una espada" (ABC, 5,7-1934).

viernes, 12 de abril de 2019

Porfiria Sanchiz y Jacinto Benavente

Si a algún dramaturgo estuvo ligada especialmente la carrera de Porfiria Sanchiz ese fue Jacinto Benavente (1866-1954), uno de los autores más representados en las primeras décadas del siglo. De hecho, en la temporada en que debuta nuestra actriz, la 1930-31, Benavente llegó a tener 28 obras suyas en los escenarios.
El primer encuentro entre ambos fue con motivo de una función de homenaje al autor organizada por la Confederación Nacional de Maestros el 22 de enero de 1931 en el Teatro Cómico de Madrid. La obra representada fue Despedida cruel. Menos de dos meses después, ya integrada en la compañía de Margarita Xirgu, Porfiria incorporará el personaje de María Antonia en la obra De muy buena familia, estrenada el 11 de marzo en el Teatro Muñoz Seca.
El 18 de enero de 1935, formando parte de la compañía Díaz de Artigas-Collado, estrenará No juguéis con esas cosas en el Teatro Eslava en una velada con espectadores ilustres como el doctor Gregorio Marañón o los escritores Eduardo Marquina, Edgar Neville y Federico García Lorca. Ya en plena guerra civil, y con la compañía de Gaspar Campos, lleva a escena Los malhechores del bien (Barral, 8-7-1938).

Integrada en la compañía del Teatro Español que tantos éxitos le deparará, Porfiria vuelve a encontrarse con Benavente en La losa de los sueños, estrenada el 8 de febrero de 1941, y en la reposición de Sin querer, que tuvo lugar el 6 de marzo. Todavía tendría una oportunidad más de enfrentarse a los textos del insigne dramaturgo con la representación de Al S. de S.M.I., estrenada por el Teatro Nacional de Cámara y Ensayo el 27 de junio de 1955 en el Teatro María Guerrero, incorporando a Catalina de Rusia.