miércoles, 20 de noviembre de 2019

Porfiria Sanchiz dibujada (y VI)

"Picardía inteligente". Así definió el crítico teatral de ABC la actuación de Porfiria Sanchiz en la obra El burgués gentilhombre, estrenada el 6 de mayo de 1948 en el Teatro Español. Fue la primera y única ocasión en la que la actriz participó en una comedia de Molière, uno de los autores con los que prendió su afición al teatro. La caricatura elegida para la ocasión no podía dejar de resaltar, como siempre, sus enormes ojos, que destacan sobremanera en un rostro calzado con un sombrero adornado con plumas, y un tanto estrafalario.

Esta etapa final de Porfiria en el coliseo de la plaza Santa Ana se caracteriza por el predominio de las comedias, donde podía dar salida a su instinto nato para la astracanada, la parodia o la sutil inteligencia de los equívocos y situaciones ambiguas. Así lo debió ver  Edgar Neville para darle uno de los papeles principales, junto a Conchita Montes y Mercedes Albert, en el reparto de Marea baja, adaptación de una obra de Peter Blackmore realizada por la propia Montes, y estrenada en función única por el Teatro de Cámara el 3 de junio. Se da la circunstancia de que esta obra acompañará a la actriz durante varios años, ya que solo un mes después Cayetano Luca de Tena la dirigirá para el Teatro Español con algunos cambios en el elenco, y la reestrenará de nuevo en septiembre para inaugurar la temporada, logrando un gran éxito que la mantiene en cartelera hasta finales de año, y obliga a reponerla en marzo de 1949, esta vez en el Teatro Gran Vía. Pero ahí no acabará la cosa, ya que en abril de 1951, con motivo de la Temporada Oficial de Teatro Moderno, Porfiria formará parte de la formación que representará de nuevo la obra en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Las caricaturas para esta obra singular, que tiene como protagonista a una sirena, dibujaron esta vez a una Porfiria de larga melena rubia, figura estilizada y ademanes un tanto aristocráticos.





Una de las pocas veces que la actriz tuvo un protagonismo absoluto sobre el escenario fue en Juno y el pavo real, de Sean O´Casey, que supuso además su reaparición, tras un tiempo apartada de los escenarios madrileños. El estreno tuvo lugar el 3 de mayo de 1955 en el Teatro Español a cargo del Teatro Nacional de Cámara y Ensayo, formación que se había especializado en llevar a las tablas textos de difícil acceso para el espectador español, y para la que Porfiria intervino en varias obras. El cronista del Ya dice que la actriz "estuvo llena de dominio y seguridad, dándole al tipo toda su entereza y un sobrio dramatismo en el final". La ilustración del diario ABC la dibuja de perfil acentuando la fuerza de su personaje, que sabe sobreponerse a todas las desgracias de su familia, haciendo inevitable dirigir la mirada a su rostro decidido y enérgico. 


Para la directora del Teatro Nacional de Cámara y Ensayo, Carmen Troitiño, Porfiria volvió a ser protagonista absoluta en su obra Si llevara agua, ganadora del Premio Benavente, y una de las escasas muestras de teatro católico escrito en España con cierto sentido crítico equiparable al que hacían en el extranjero un Bernanos o un Guareschi. Se estrenó en función única en el Teatro de la Comedia el 11 de junio de 1955, y Porfiria volvió a recibir grandes parabienes: "se distinguió singularmente Porfiria Sanchiz como actriz dramática en un papel difícil al que dio elocuentes acentos, intensidad y variedad de matices (Nicolás García Ruiz, Ya, 11-6-1955). Su personaje, que se muestra vengativo con las esposas chismosas de la trama confesando haber sido amante de sus maridos, vuelve a mostrarse casi como un dibujo animado, en una pose y estilismo más cercanos a lo animal que a lo humano.

La última vez que nos consta que Porfiria fuera dibujada en la prensa fue con motivo del estreno de Garrote vil a un director de banco, obra del periodista y dramaturgo, Joaquín Calvo Sotelo, acreedor del Premio Nacional de Teatro por varias de sus obras, entre ellas La visita que no tocó el timbre. Sin embargo y, a tenor de los juicios expresados por la prensa de la época, aquí no hiló muy fino, cayendo en los tópicos de la comedia más insípida. Porfiria hizo lo que pudo para salir indemne de los golpes, componiendo un personaje que, según su caricatura -vestida con pulcritud, con gafas y muy seria-, parecen acercarla a otros personajes incorporados en el cine, como los de Las gemelas (1962) o Mi marido y sus complejos (1968).


lunes, 4 de noviembre de 2019

Porfiria Sanchiz dibujada (V)

Porfiria Sanchiz fue una de las actrices más aplaudidas en el estreno español  de la obra de Shakespeare El sueño de una noche de verano que tuvo lugar el 7 de diciembre de 1945. Adaptada con un derroche de lujo y creatividad por parte de Cayetano Luca de Tena, Porfiria incorporó a Hyppolita, la reina de las amazonas, prometida de Theseus, duque de Atenas. A la hora de retratarla, los caricaturistas volvieron a hacer hincapié en un rostro ovalado y empequeñecido ante unos ojos desmesurados que acaparaban toda la atención.

Y siguieron por la misma senda con su personaje en la obra calderoniana El médico de su honra, estrenada en el Español en octubre de 1946, en un año en el que su retorno a la gran pantalla con títulos como Senda ignorada o Audiencia pública le dejaron menos tiempo para los escenarios. Su caricatura elegida para la crítica del diario ABC la presentan con los rasgos exagerados y animalizada en un dibujo que podría acercarla casi a un reptil.

Mucho más comedida es la actitud del dibujante del periódico Ya para su personaje de Isabel -"llena de intención y verdad", según el cronista del ABC- en La malcasada de su querido Lope de Vega, estrenada el 14 de febrero de 1947. Porfiria aparece la primera por la izquierda en un dibujo coral que incluye también a Luca de Tena y a otros miembros del equipo técnico. Aun así, era inevitable remarcar su mirada intrigante y siempre desconcertante.

Pero quizá la caricatura más lograda de este período sea la incluida en el ABC para la cartelera teatral del 28 de mayo de 1947 con motivo del estreno de la obra de Priestley El tiempo dormido. Porfiria aparece en pleno centro del dibujo elegantemente ataviada y sonriendo ladinamente con unos rasgos que la acercan en el tiempo a personajes animados como el de Cruella Deville. Su actuación fue digna de elogio: "Porfiria Sanchiz encarna un personaje de difíciles perfiles con el más seguro, firme y convincente tono" (ABC, 24-5-1947).




jueves, 19 de septiembre de 2019

Películas desaparecidas o no localizadas (V)

Usted tiene ojos de mujer fatal fue la segunda adaptación al cine de una obra del dramaturgo Enrique Jardiel Poncela, un autor muy querido por el cine, ya que sus textos sirvieron de base argumental para dieciséis películas. De hecho, Usted tiene ojos de mujer fatal, dirigida por Juan Parellada y basada en la propia novela del autor Pero... ¿alguna vez hubo once mil vírgenes?, conocería dos versiones posteriores, una de Ramón Peón en 1945 y otra de José María Elorrieta en 1962.

Junto a El amor gitano y Los claveles compone el terceto de filmes desaparecidos de Porfiria Sanchiz antes del estallido de la guerra civil. Aunque su rodaje transcurrió entre los meses de abril y mayo de 1936 en los estudios Lepanto de Barcelona con exteriores en Sitges, la película no pudo ser terminada antes del conflicto, lapidando sus posibilidades de éxito y retrasándose su estreno en la capital de España hasta el 21 de septiembre de 1939. Una de las anécdotas del rodaje fue la visita al set del dramaturgo Jacinto Benavente.

En la película Porfiria interpreta el personaje de Francisca Montánchez, ausente de la novela original, una joven enamorada, como casi todas, del apuesto Sergio, un seductor aparentemente indomable. Para tratar de conquistarle se ofrece a ocupar el puesto vacante de su secretaria. Pero viendo lo infructuoso de su empeño, decide prometerse con Indalecio, el chófer de Sergio, un tanguista argentino aprendiz de seductor que la trata con malos modos.


 En el blog especializado Jardiel en el recuerdo retratan de este modo a su personaje: "Francisca Montánchez es una mujer esbelta, de edad indecisa, elegante y con aire dramático. Natural de Albacete, es algo histérica, y ha nacido para llorar, según dice. Cada vez que hace alguna exclamación invoca a algún santo o alguna virgen".
























jueves, 5 de septiembre de 2019

Maruja Sanchiz, la starlet efímera (II)

Era cuestión de tiempo. A finales de 1935 Maruja Sanchiz gana el segundo premio del concurso a la bañista más bella y mejor presentada en maillot de Barcelona, un galardón cuando menos curioso que, no obstante, le sirvió para ir escalando posiciones en el complicado y competido mundo de la farándula y la escena artística españolas. Organizado por la revista Crónica, Maruja aprovecha su momento de gloria en la entrevista que le concede a la publicación para declarar sus deseos de emular a una Pávlova o a una Tórtola Valencia, y para dejar claro que no solo es un cuerpo y una cara bonitos, pues atesora en su biblioteca algunas de sus novelas favoritas como Los últimos días de Pompeya.

Pero en aquellos tiempos, que quizá no hayan cambiado tanto, primaba sobre todo el físico, la imagen que se daba ante el público. Reproducimos aquí algunas perlas del reportero sobre su figura y la de Agustina Gratacós, la ganadora del premio: "Líneas finas, fuertes, de andamiaje bien construido; músculos alargados, flexibles, de mujer familiarizada con el agua y con el sol. Maruja y Agustina tienen el tipo elástico de la mujer que puede ser camarada, sin dejar de ser mujer ni un momento. Son bonitas además, que esto, por sí, ya es una ganga, y todavía les falta un rato para llegar a la edad en que los hombres entramos en caja" (Crónica, 10-11-1935).

La artista habla sobre el rodaje de su primera película, ¡Abajo los hombres! (José Mª Castellví, 1936), basada en una opereta de Pierre Clarel, con exteriores en Sant Feliu de Guixols, y cuya acción transcurría a bordo de un barco tripulado solo por mujeres. Con cierto permisivismo erótico para la época y, aunque la crítica no fue muy condescendiente con ella, la película logró aguantar nada menos que 21 semanas en la cartelera madrileña, situándose en sexta posición entre las películas más vistas durante el conflicto bélico.

Pero las buenas noticias no se acaban aquí, ya que la hermana pequeña de Porfiria es contratada como tiple en el Teatro Cómico de Barcelona, debutando el 21 de noviembre con la revista Mujeres de fuego, a la que seguiría Las de armas tomar. 

Su actuación no es de las que dejan indiferentes al respetable, sobre todo al masculino claro: "Marujita, espléndida figura, atrayente belleza, simpatía a raudales, personalidad inconfundible (...) pose totalmente vampiresca, caída de ojos, labios sensuales, poca ropita... y bien aprovechada. Bueno, a otra cosa, que nos mareamos" (Enrique Tost, El Mundo Deportivo, 19-1-1936).

viernes, 16 de agosto de 2019

Carlos Saura y Porfiria Sanchiz



En el último tramo de su carrera Porfiria Sanchiz fue reclutada por varios de los más significativos exponentes del llamado Nuevo Cine Español, paliando de algún modo el olvido al que había sido relegada y que la habían obligado a participar en filmes de serie B o rarezas que no estaban a la altura del talento de la actriz. 

Uno de ellos fue el oscense Carlos Saura (1932), quien la llamó para intervenir en dos películas de su primera etapa, Stress es tres, tres (1968) y El jardín de las delicias (1970). En la primera interpreta a Matilde, la tía de Fernando (Fernando Cebrián), una mujer que vive en una casa solitaria en medio del campo y una abnegada defensora de las tradiciones. De hecho, es presentada al espectador totalmente vestida de negro y arrodillada sobre un lecho de piedras rezando. 

El propio director aclaró sus intenciones sobre el personaje: "Lo de la vieja sobre las piedras no es nada excepcional, al menos para mí. Es algo que yo he visto. Tenía una tía que lo hacía, era una beata un poco histérica, con un sentido de la religión de flagelación, autopunitivo. O sea tampoco es tan anormal dentro de un sistema educativo religioso y de vivir aislada en una finca como esa" (citado en BRASÓ, Enrique: Carlos Saura, Madrid, Taller de Ediciones Josefina Betancour, 1974, p. 211). 

Más llamativa fue aún su segunda colaboración con el realizador aragonés, ya que Saura eligió a Porfiria exclusivamente por su voz para una escena en la que tenía que recitar el poema "La marcha triunfal" de Rubén Darío, mientras sobre una pantalla aparecían imágenes del ejército nacional entrando en Madrid durante la guerra civil. Se trataba de otra de las estratagemas urdidas por la familia del amnésico Antonio (José Luis López Vázquez) para que recuperara la memoria y revelara las claves del negocio, sobre todo la de la caja fuerte y la cuenta bancaria en Suiza. Recordando escenas del pasado lo más fidedignamente posible, apelando a sonidos, olores y sentimientos, se trataba de conseguir que Antonio fuera conectando con su memoria personal. 



Para ello, la furiosa pero al mismo tiempo elegante voz de Porfiria parecía idónea. De hecho, en el libro citado anteriormente, Saura manifestó su intención de lograr un recitado al estilo de Berta Singerman, célebre actriz rusa nacionalizada argentina considerada la primera y única recitadora profesional americana especializada en interpretar a los más importantes autores de la poesía castellana.



lunes, 5 de agosto de 2019

Porfiria Sanchiz dibujada (IV)


Además de ser uno de los mayores éxitos teatrales en la carrera de Porfiria Sanchiz -alcanzó nada menos que las doscientas representaciones-, Baile en capitanía, de Agustín de Foxá, supondría en cierta medida un punto de inflexión en el tipo de papeles asignado a la actriz. Aunque solo tenía 34 años, la singular belleza que alabaron en su día los cronistas de la época se ha esfumado para otorgar a su rostro una madurez acelerada, caracterizada por un rictus hierático y una mirada de oscuros matices. Solo así se explica que Foxá le brindara en su obra el personaje de Elvira, la hermana de la protagonista, presentada como "fea, vestida sin elegancia", y que se alinea junto a su madre en la búsqueda del buen partido antes que el amor romántico. Esa simpleza de miras es retratada por los caricaturistas con cierta delectación, al modo de las futuras hermanastras de la Cenicienta de Disney.

Ese paulatino descenso a la bruma de los personajes malvados o, cuando menos, ambivalentes, se manifiesta en su rol de Emilia, hermana de Yago y sirvienta de Desdémona, en Otelo, de Shakespeare, otro gran éxito sobre el escenario del Teatro Español. Afortunadamente, Porfiria también tenía ocasión de volver de vez en cuando a papeles más cómicos, alejados de tanta tragedia, como el de doña Inés que incorporó para Don Gil de las calzas verdes, de Lope de Vega, cuya interpretación calificó el cronista del diario Madrid de "sencillamente magistral".






lunes, 8 de julio de 2019

Porfiria Sanchiz dibujada (III)

A principios del año 1943, la popularidad de Porfiria Sanchiz está en su cenit. Desde su debut en la compañía del Teatro Español con Las bizarrías de Belisa ha interpretado nada menos que quince obras en apenas dos años y en el mes de marzo inicia el rodaje de El escándalo, la adaptación de la novela de Pedro Antonio de Alarcón que tantas buenas críticas le reportará.

A pesar de verse obligada a ceder el puesto de primera actriz de la formación a Mercedes Prendes, Porfiria figura como primera actriz de carácter y consigue grandes papeles en los años de mayor éxito de la compañía dirigida ya por Cayetano Luca de Tena en sustitución del fallecido Felipe Lluch. Ese año solo intervendrá en tres montajes, pero a cual más celebrado: El tríptico de la pasión, de Nicolás González Ruiz; Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas, y El castigo sin venganza, de su querido Lope de Vega.



Los caricaturistas de la prensa acentuarán definitivamente su mirada inquietante y algo perversa, llena de sutiles matices, y nos la mostrarán casi siempre hierática, como acechante. Cuando se dispone de menos espacio, como ocurría a veces en las páginas de ABC, sus ojos y su boca de desorbitan en rictus que la emparentan en el tiempo a esos "Viejos comiendo sopa" de Goya o a esas brujas y papeles un tanto estrafalarios -La montaña rebelde, Españolas en París, El viaje fantástico de Simbad- que incorporará en su última etapa en el cine.