Treinta años sin el mito. Yo apenas tenía ocho años cuando ocurrió y las canciones de los Beatles todavía no resonaban en mis oídos. Aquellos eran los tiempos de Leif Garrett, Alaska y los Pegamoides, unos jovencísimos Mecano, un otoñal Neil Diamond y un gigantón rubio llamado Richard Clayderman que tocaba el piano. Como véis, mis gustos eran bastante eclécticos y se dejaban influir por las notas que emergían de mi entorno más inmediato, ya fuera el tocadiscos de mi padre o la radio que escuchaba a toda pastilla la chica que limpiaba nuestra casa. ¿Os podéis imaginar a un chico de ocho años deseando que pusieran en la radio el
Sweet Caroline? Pues sí, ése era yo. Pocos años después, cuando reuní dinero para comprar mi primer walkman, mis gustos se fueron redefiniendo, pero también aumentó mi curiosidad por esos cajones donde mi padre almacenaba rigurosamente clasificados todos sus vinilos. Justo encima de ellos, en un estante con la medida justa para albergarla, estaba la famosa caja azul que contenía todos los discos de los Beatles publicados hasta entonces. No hizo falta nada más. Desde entonces, sólo han cambiado los formatos -gracias a un amigo, ahora tengo en un cd-rom toda la discografía con letras y portadas incluidas-, pero el hechizo de sus canciones, su capacidad para sonar nuevas en cada escucha sigue ahí latente.
De aquel trágico momento, que convirtió a John Lennon en un mito, me quedo con el maravilloso relato "
On John´s blood grew red roses o estará vivo por los siglos de los siglos" de Care Santos, incluido en
Solos (Pre-Textos, 2000), donde la escritora se introducía en la cabeza de su asesino, Mark David Chapman. Los nostálgicos irredentos tenemos la oportunidad de desfogarnos con dos libros muy distintos editados de cara a los regalos navideños: la rigurosa biografía de Albert Goldman
Las muchas vidas de John Lennon (Lumen), y la colección de recuerdos personales recopilados por su hijo -y también excelente músico- Julian en
Beatles Memorabilia (Grijalbo).
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