martes, 8 de julio de 2014

The Reader´s Diary (XXXIV)

Desde que trabajo en el sector de las librerías me he encontrado con clientes de toda condición y pelaje. De hecho, es opinión socorrida el que para conocer a tipos "raros" sólo hay que ponerse tras el mostrador de una librería. En estos años he visto de todo: desde personas que se dedicaban a coleccionar diccionarios de todos los idiomas del planeta a otras que adquirían novelitas rosa en inglés con la no confesada intención de sentirse protagonista de esas cascadas de lujuria y romanticismo con galanes musculosos en castillos idílicos. Otros, más serios pero igual de obstinados, recolectaban material bibliográfico para sus tesis o estudios personales sin ánimo de publicación. Un cliente de este grupo se dedicaba a la caza y captura de todo libro que, ya fuera de forma ficcionada o no, abordara el espinoso tema del suicidio, un tema fascinante sin duda, y por el que uno, presa fácil de la menlancolía, siente también interés.
 Para ambos acaba de publicar Toni Montesinos Melancolía y suicidios literarios (Fórcola, 2014), un entretenido y documentado viaje al abismo, al punto de no retorno que dirían otros. La nómina de letraheridos que recurrieron a ese último recurso es tan amplia que daría para escribir un diccionario -y de hecho, lo hay, publicado por Noa Laleila en 1994, pero no se limita a lo literario-. Montesinos repasa los más célebres -pero también algunos más desconocidos- desde la antigüedad a nuestros días, sin dejar de lado las creaciones que afrontaron el tema -muchas de ellas canónicas, como el Werther, o buena parte de las tragedias de Shakespeare-, ni la evolución que en la sociedad y la filosofía ha recorrido el suicidio a lo largo de los tiempos, siempre en esa delgada línea divisoria que une la cobardía con el valor, la desesperación con el miedo a subvertir la ley divina.
Cierto oscurantismo rodea también a la película London after midnight, una de las colaboraciones del tándem Tod Browning-Lon Chaney rodadas en el ocaso del cine mudo. Salvando la alemana Nosferatu, sobre la que también planea el misterio sobre su extravagante protagonista -Max Schreck-, la cinta de Browning fue la primera película de vampiros producida en los estudios de Hollywood. En su día su estreno pasó desapercibido y desde hace décadas siempre sobrevuela en los círculos cinéfilos la posible aparición de una copia. El mejicano Augusto Cruz ha decidido profanar la oscuridad y lanzar su propia teoría con la obsesiva búsqueda de la copia que inicia un ex-investigador de la CIA por encargo de un octogenario coleccionista de reliquias cinéfilas. Londres después de medianoche (Seix Barral, 2014) puede despistar, ya que empieza con cierto aire inocente y una construcción algo esquemática, pero el autor sorprende luego con la aparición de algunas subtramas y un extraño enriquecimiento del estilo que nos hacen plantearnos si la novela no ha sido retomada en épocas distintas. Otro misterio más, como el de la película.

lunes, 16 de junio de 2014

The Reader´s Diary (XXXIII)

Muchas son las antologías que se han ido publicando en los últimos años del género del relato breve. Las ha habido temáticas, cronológicas o topográficas según el criterio elegido. La especialista Ángeles Encinar, que ya coordinó anteriormente para Cátedra otra antología sobre el cuento español contemporáneo, reincide ahora sobre la cuestión con una selección rabiosamente actual sobre la narrativa corta publicada en nuestro país en las dos últimas décadas -El cuento español actual (1992-2012)-, décadas en las que la situación, pese al pesimismo que preside el panorama editorial, parece haber mejorado para el género con la irrupción de numerosos autores, la creación de editoriales, revistas y blogs especializados, o una concesión más generosa de los grandes grupos. Soslayando el siempre impepinable tema de las ausencias, la muestra que Encinar ofrece es bastante representativa del quehacer cuentístico y la vitalidad de un género reconocido sobre todo por su calidad y la diversidad de temas y estilos. Cada cuento va precedido de un pequeño currículo de cada autor y sus respuestas a una minientrevista sobre la cuestión. Un libro sin duda de cabecera para futuras generaciones.
Para una generación The Smiths fue también un grupo de cabecera. La brevedad de su periplo como formación -apenas un lustro- unida a la singularidad de su propuesta estético-musical, les hicieron amados y odiados a partes iguales, convirtiendo en himnos algunas de sus canciones y en verdaderos iconos de la música pop algunos de sus álbumes como The queen is dead. Sin intención de convertirse en un libro de referencia sobre el grupo de Manchester -pues Luis Troquel acuñó la bibliografía básica en su libro publicado en Cátedra-, The Smiths. Música, política y deseo (Errata Naturae, 2014) recopila artículos, en su mayoría ya publicados, que abordan la filosofía y significación del grupo desde diferentes ópticas: la política, la homosexualidad, las letras, la iconografía, etc., logrando un caleidoscopio de miradas que abarcan desde la mitomanía al descreimiento.
Algo de mítico comienzan a tener también las dos ligas consecutivas que ganó el Athletic de Bilbao en la primera mitad de los ochenta, y que un servidor, "león" por herencia paterna, recuerda haber celebrado pegado a un transistor, cuando había que esperar a "Estudio Estadio" para ver el resumen de los partidos. Desde entonces, el Athletic ha perdido tres finales de la Copa del Rey y una de la Europa League, y como los futuros éxitos se ven, debido a la hegemonía presupuestaria de los "grandes", cada vez más difíciles, parece oportuno deleitarse con la reedición del libro que el periodista Pantxo Unzueta publicó en 1986, al calor de los grandes éxitos de una generación que pareció quebrarse con el lamentable affaire Clemente-Sarabia. De este asunto, y de otros muchos éxitos, fracasos y evocaciones, habla largo y tendido Unzueta en ¡A mí el pelotón! (Corner, 2014), bocados de la historia de un club sin duda peculiar y reconocible que llegó en sus buenos tiempos a tener diez jugadores titulares en la selección española. La repesca se completa con una serie de artículos publicados por el periodista desde entonces hasta la actualidad, pinceladas de una historia algo más gris pero siempre rojiblanca. 

martes, 27 de mayo de 2014

The Reader´s Diary (XXXII)

La única vez que estuve en Shakespeare&Co. tuve la sensación de que todo lo que había oído de ella respondía a la más fiel realidad. Allí estaba el gato campando a sus anchas sobre una pila de libros colocados de cualquier manera, los clientes no se diferenciaban de los empleados, los turistas no paraban de hacerse fotos en la fachada o el interior, y uno podía perderse por los infinitos laberintos de la librería subiendo escaleras y atisbando las habitaciones superiores que supuestamente daban cobijo a escritores en ciernes o necesitados de albergue provisional. Como ya reseñé mis impresiones en un artículo para Clarín, me limitaré a destacar que el libro de Jeremy Mercer, La librería más famosa del mundo (Malpaso, 2014), una suerte de novela autobiográfica sobre su paso por el establecimiento, ayudará a perpetuar esta imagen para quienes todavía no hayan tenido la oportunidad de visitarla. Su protagonista, joven periodista canadiense en busca de sí mismo, recala en la librería gracias al boca a boca y se queda allí una larga temporada contándonos su extraño funcionamiento, las idas, venidas y relaciones de sus nómadas residentes, y los delirantes cambios de humor de su impagable propietario. El libro se lee con agrado gracias a una prosa limpia y entretenida que se aprovecha de un material que aúna la leyenda y lo verosímil.
Muy entretenida también, con un aire de cómic y novela policíaca desenfadada, se presenta El hombre sin rostro (Salto de Página, 2014), novela que podría parecer de transición en la trayectoria del sevillano Luis Manuel Ruiz, tras grandes logros como su debut en El criterio de las moscas o en la novela histórica -Tormenta sobre Alejandría-. Ruiz es un escritor de prosa elaborada, de los que cincela el estilo con primor. Aquí nos lo vuelve a demostrar con esta novela ambientada en el Madrid de principios del siglo XX, en la que la posibilidad de desvelar un importante proyecto científico secreto sembrará la inquietud ciudadana con una serie de muertes aparentemente accidentales. A pesar de su tono menor, casi de "pulp" o "serie b", la novela de Luis Manuel Ruiz es sumamente adictiva y atesora algunos pasajes sin desperdicio, haciendo alarde de un humor a prueba de bombas.
Ignoro si Andrés Neuman también ideó Barbarismos (Páginas de Espuma, 2014) como un libro de transición, ampliación de la sección del mismo nombre que ha ido apareciendo en el suplemento El Cultural, pero si es así, nos gustaría que sus recesos entre novela y novela, o entre novela y poemario, fueran más largos, como esos minutos de descuento que nunca acaban. Prologados por un José María Merino que, para mí, se queda corto en los elogios, estamos -valga la fácil alusión- ante una obra bárbara, digna de figurar entre las mejores creaciones de su joven autor. Como muchos ya conocerán buena parte del contenido, no voy a desvelar ninguna de las definiciones añadidas de este diccionario malévolo y extraordinariamente ocurrente, imaginativo y contundente, poético y estrafalario, punzante y categórico. Quiero pensar que detrás de cada definición hay horas de meditación, de darle vueltas al matiz más sugestivo de cada palabra, de sorprender al lector con un giro inesperado, pero no por ello más plausible. De lo contrario, la genialidad de Neuman me convencería por fin de que no es de este mundo.

miércoles, 30 de abril de 2014

La autoedición o irse de putas

Lo dice Jeremy Mercer en su divertidísimo y nostálgico La librería más famosa del mundo (Malpaso, 2014): "Echar mano de una imprenta para autopublicarse es comparable a pagar a cambio de sexo, pero hasta cierto punto aún más vergonzoso. Ir de prostitutas, por lo menos, es un acto privado, mientras que pagar para publicar un libro propio supone un verdadero despliegue público de desesperación creativa" (págs. 53-54). Ahí queda eso. Se abren opiniones.

lunes, 28 de abril de 2014

The Reader´s Diary (XXXI)

A falta de encarar la última entrega de las aventuras de Bernie Gunther -Un hombre sin aliento (RBA, 2014)-, puedo certificar que Praga mortal (RBA, 2012) es una de las mejores de la serie. Ambientada en buena parte en la hoy tan turística ciudad natal del protagonista y entonces difícil y resistente sede del imperio nazi, la novela discurre continuamente por el filo de las dobles verdades, los engaños y las traiciones que despistan incluso a un detective tan de vuelta de todo como el bueno de Gunther, de quien, como es habitual, afloran aquí sombríos retazos de su pasado. Como ya nos tiene acostumbrados, Kerr se infiltra con un dominio magistral en las altas esferas del Tercer Reich, dibujando retratos acerados hasta del monigote más bajo en el escalafón de su compleja estructura de mando. Escenas tan desasosegantes como la de la tortura final merecerían un hueco de honor entre las mejores páginas de la serie.
Algo tarde he afrontado también la lectura de la novela finalista del Herralde del pasado año. Intento de escapada (Anagrama, 2013), de Miguel Ángel Hernández, demuestra ante todo que el autor conoce bien el tema que pisa: las veleidades y tejemanejes del arte contemporáneo. La novela está presidida en todo momento por la duda moral de si todo es válido desde el punto de vista artístico al colocar en lugar preferente de la acción a un artista especializado en instalaciones y happenings al límite de lo legal. En un plano similar al del lector se sitúa el protagonista, un joven universitario que hace de cicerón del artista al tiempo que inicia un aprendizaje a marchas forzadas de su dudoso futuro mundo laboral y de ciertas formas de amor llevadas igualmente al límite. Y quizá sea eso lo que lastra un tanto la novela, ya que la óptica del joven arrastra una escritura que roza lo pueril, quitándole fuerza a los hechos narrados.
Un joven universitario es también el protagonista de la tercera novela del poeta Luis García Montero, Alguien dice tu nombre (Alfaguara, 2014), novela de iniciación sexual que retoma un tema que se ha convertido ya en una especie de subgénero en literatura y cine: la relación apasionada entre el joven y la mujer madura. El autor de No me cuentes tu vida sitúa la acción no en la Granada de su propia juventud, sino en la de veinte años atrás, la de los sesenta, todavía enfangada de un franquismo otoñal y de un reaccionarismo algo apelmazado. A pesar de que no aporte ningún elemento original, la novela se lee con agrado por la siempre bien elaborada prosa de LGM y la inesperada vuelta de tuerca final.
Precisamente un compañero de espadas en esa Granada posterior de la transición democrática, Álvaro Salvador, nos regala un librito de aforismos, La vida no te espera -Renacimiento, 2014-
, esos que él define en su prólogo como un "verdadero canto a la pereza". Tendremos que darle la razón, ya que buena parte de ellos no parecen muy trabajados y caen en la obviedad o el laconismo sin chispa. No obstante, algunos descuellan con ese fulgor que se echa de menos en el volumen: "Quienes se preocupan constantemente por alcanzar la felicidad, se pierden la vida" o "No quiero llegar a ser un museo de mí mismo". Quizá lo más original de este batiburrillo de pensamientos sea la idea del autor de repescar frases de películas, pintadas u objetos personales dignos de convertirse en literatura, que a fin de cuentas es lo que cuenta. 

lunes, 14 de abril de 2014

Woody de 10

Próximo ya a ingresar en el club de los octogenarios, Woody Allen nos sigue regalando una película al año, bien es cierto que no todas de la misma calidad, aunque casi todas con algún detalle aprovechable digno de uno de los creadores cinematográficos imprescindibles de la edad contemporánea -si están pensando en Vicky Cristina Barcelona y el beso entre Scarlett Johansson y Penélope Cruz, pues sí-. Después de la magistral Midnight in Paris, Allen pareció tomarse un descanso con A Roma por amor, una poco más que entretenida comedia que podía hacernos creer que el genio de Brooklyn ya había dicho todo lo que tenía que decir. Sin embargo, Blue Jasmine viene a desmentirlo radicalmente con su aire de obra maestra sorprendente e incontestable. Que se quedara fuera de las principales categorías en la última ceremonia de los Oscars -salvando el premio a Cate Blanchett- viene a confirmar la ceguera de la Academia a la hora de valorar los trabajos del ejercicio anual. Para quien, como este espectador, acudió al cine sin información previa de la película, la apuesta fue reconfortante, ya que se encontró con el Woody de los mejores tiempos, con un guión sin fisuras pletórico de diálogos y situaciones vibrantes, y un montaje que alterna pasado y presente con una inteligencia incisiva. Las obsesiones del director norteamericano vuelven a estar presentes en Blue Jasmine con una fuerza inusitada: el sexo, la inestabilidad emocional, el dinero, la familia, etc. El universo personal de Allen lo cincela un elenco protagonista que raya a enorme altura, desde la ya citada Blanchett a la impresionante Sally Hawkins, pasando por Alec Baldwin o secundarios con momentos estelares como Bobby Cannavale o Andrew Dice Clay. Quizá estemos ante una de las historias más ásperas y duras del Woody Allen de los últimos años, con el desolador personaje incorporado por Blanchett, cuyo especial carácter interfiere de un modo u otro en todos los que se le acercan. Un acerado retrato de la sociedad norteamericana, que puede leerse también como una velada crítica a la "cultura del pelotazo" y a la dura resaca posterior. Y otra joya que añadir a la lista de míticas películas ambientadas en San Francisco, donde transcurre la acción en presenteMagic in the moonlight, que llegará aquí seguramente después del verano.
. Impacientes, en fin, por ver

jueves, 3 de abril de 2014

Ocho apellidos vascos

Emilio Martínez Lázaro siempre se ha caracterizado por ser un director competente, dueño de una filmografía especializada en comedias con ciertas dosis de inteligencia -sus mayores logros, Amo tu cama rica (1992) y Los peores años de nuestra vida (1994)- que no excluyen argumentos más serios como Carreteras secundarias (1997) o Las 13 rosas (2007), válidas incluso cuando parecen gustarse demasiado a sí mismas, caso de El otro lado de la cama (2002) y su secuela. Buena parte del acierto del realizador reside en la elección de un buen equipo de guionistas, con facilidad para el diálogo chispeante y las situaciones hilarantes. Ocho apellidos vascos, que ha devuelto la alegría a las taquillas de los cines españoles, situada en sus momentos más bajos, se vale del talento de los guionistas de Pagafantas y programas televisivos de éxito como Vaya semanita, Splunge, Palomitas o ¡Qué vida más triste!, para tejer una desvergonzada parodia de los tópicos más anclados en la España carpetovetónica, de tal modo que podrían haberla firmado dos de sus intérpretes secundarios, Alberto López y Alfonso Sánchez, autores de El mundo es nuestro. 
Con la actuación estelar de uno de los cómicos más en alza de nuestra televisión, Dani Rovira, y el excelente trabajo del cuarteto interpretativo, con mención especial a Karra Elejalde, Ocho apellidos vascos -de la que se ya anunciado secuela- bebe del humor ya conocido de los guionistas en sus parodias de la sociedad vasca confrontándolo esta vez con la peculiar idiosincrasia andaluza, o sevillana más concretamente, para confeccionar un vehículo de diversión garantizada, capaz de meter una marcha más cuando la acción parece estancarse, pero sin acelerar más de la cuenta y caer en el disparate. La película atesora momentos de gran regocijo en el marco de una comedia romántica que ya podrían envidiar muchas de las cintas intercambiables que nos llegan de Estados Unidos copando las salas que, por una vez, han sabido darle la razón. En Ocho apellidos vascos ha triunfado ante todo la inteligencia de saber reírnos de nosotros mismos en una época que parecía pedirlo a gritos.