Le ha faltado tiempo a la editorial Seix Barral, entiéndase Grupo Planeta, para aprovechar el filón del sueco de oro -y, actualmente, el valor más exportable del país escandinavo junto a Ikea- y presentarnos como quien no quiere la cosa a otro Larsson, este femenino, con varias novelas a sus espaldas que nos irán llegando escalonadamente. El reclamo, además del apellido común con el autor de la trilogía Millenium, es un supuesto comentario realizado en su día por el bueno de Stieg en el que aludía a que pasó una noche sin dormir leyendo Aurora boreal. Mi total desconocimiento del sueco y mi habitual recelo ante el marketing literario me han impedido comprobar en internet qué hay de verdad en esta afirmación. Sólo confío en que los gustos literarios del autor de Los hombres que no amaban a las mujeres fueran un poco más selectos y se pudiera achacar el desvelo nocturno a una noche de insomnio en el aeropuerto con un único libro en la maleta, sí, Aurora boreal.
No quiero decir con esto, aunque lo parezca, que la primera novela editada en España de Asa Larsson, sea un pestiño, pero sí que sus valores literarios, incluso dentro de lo que podríamos llamar literatura de consumo o "de aeropuerto", son bastante peregrinos, con un falta de estilo alarmante, una resolución de la intriga mal dosificada, unos personajes ramplones, unos diálogos de estar por casa y un diseño de escenarios que apenas transmite intensidad. Asa Larsson se ha introducido en el mundo de las sectas religiosas, de los predicadores, sin querer escarbar a fondo en ningún momento, pasando de puntillas para elaborar una historia desprovista de lo que mínimamente se le puede exigir a este tipo de novelas: tensión. La mala digestión de Aurora boreal aumenta con una traducción hecha a toda prisa donde se hace difícil distinguir los fallos estilísticos de las soluciones lingüísticas: recuerdo en concreto una comparación donde aparece un hámster que daña a la vista.
Lo único que me ha quedado claro leyendo Aurora boreal es que Stieg Larsson dejó el listón muy alto y que los valores de su trilogía se incrementan leyendo novelas como ésta. En el aluvión de literatura escandinava que nos llega y nos llegará por todos lados, hay que separar el grano de la paja, los García con mayúsculas de los garcía, los Larsson de sus réplicas sísmicas.
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