lunes, 26 de agosto de 2013

Argo

No he tenido oportunidad de ver las dos películas anteriores de Ben Affleck, pero el reciente visionado de Argo me motiva desde ya a recuperarlas. Sobra decir de qué va la película pasados varios meses desde su estreno, en los que la cinta ha tenido tiempo de acumular premios que acreditan su calidad. Un argumento tan original y, sobre todo, tan poco conocido de la historia reciente de Estados Unidos, uno de esos apetecibles bombones por los que la necesitada industria hollywoodiense suspira largamente, corría el riesgo de caer en el espectáculo fácil, en esa autocomplacencia norteamericana tan propia de los grandes estudios. Affleck, sin embargo, sabe moderar el entusiasmo para contar una historia al modo clásico, sin grandilocuencia ni aspavientos, con las dosis justas de suspense, tragedia y divertimento: sí, las ráfagas de humor de Argo no desentonan en el marco de esta oscura y enrevesada trama de intereses políticos, religiosos y territoriales. Aunque a veces el joven director peque de cierto maniqueísmo en el abordaje de algunas escenas y el tratamiento de algunos personajes, el desarrollo de la acción goza de un brío inusitado, recordando por momentos a otra imprescindible película de conspiraciones políticas, la británica In the loop. Con Argo Affleck se ha ganado a pulso el reconocimiento de crítica y público, el mismo que perdió hace años en su faceta interpretativa, algo que dudo mucho recupere asumiendo el personaje del hombre-murciélago en la próxima entrega del superhéroe en la pantalla. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

The Reader´s Diary (XXII)

Karoo y James Sveck comparten algo más que el protagonismo absoluto de dos de las novelas más celebradas de los últimos años: son diferentes, inadaptados, asociales y presentan grandes problemas de entropía con el mundo que les rodea al igual que gozan de una facilidad innata para herir a las personas más cercanas. Aunque les separan muchos años de edad -Karoo está en la cincuentena y Sveck es un preuniversitario- no he podido dejar de establecer lazos de unión entre uno y otro, por mucho que el contexto narrativo y los intereses de los personajes difieran bastante entre sí. Karoo es un extravagante guionista de Hollywood que remienda las creaciones de otros con el objetivo declarado de otorgarles su pertinente prurito de comercialidad. Su matrimonio se fue al traste hace tiempo, es alcohólico "anestesiado", tiene un hijo adoptado al que intenta acercarse y, last but not least, en su búsqueda de la madre verdadera del chico, se enamora perdidamente de ella y cree ser feliz. Sveck es un adolescente introvertido, apasionado lector de Trollope y Shakespeare, potencialmente homosexual, a quien le cuesta entablar relaciones sociales y descree del futuro universitario común.
Karoo (Seix Barral, 2013), de Steve Tesich -guionista de El mundo según Garp- se publicó tras la muerte del autor, ingresando inmediatamente en la lista de novelas de culto de las últimas décadas. Tras la traducción francesa, recibió el Premio Mémorable a la mejor novela inédita, convirtiéndose en el bestseller sorpresa de la temporada literaria. El estilo de Tesich es muy visual -nada extraño, si tenemos en cuenta sus orígenes- y nos sumerge de lleno en la estrambótica vida de este personaje enfermizo, condenado a fracasar en todos los proyectos vitales en los que se embarca, al contrario que en su vida profesional, al menos si se aborda desde una óptica lucrativa y no ética. A pesar de su más que dudoso proceder, Tesich consigue hacer simpática a su criatura tiñéndola de claroscuros, intercalando risa y tragedia con la pausa necesaria para cogernos desprevenidos. No sé si Sam Mendes se habría leído la novela antes de American beauty, pero creo que el personaje de Kevin Spacey le debe mucho a Karoo.
Algún día este dolor te será útil (Libros del Asteroide, 2012), de Peter Cameron, confirma a su autor como uno de los escritores norteamericanos -quizá junto a Franzen y Eugenides- que mejor ha diseccionado a la familia y sus relaciones. Narrada en primera persona, el tierno pero también agrio retrato de James Sveck es un dardo en la diana del american way of life. La familia desestructurada intenta mantener las apariencias, pero todas las costuras están al aire y Sveck nos las va enseñando sin tapujos, dando rienda suelta a sus pensamientos más recónditos o aireándolas en las consultas terapéuticas a las que acude presionado por su madre. Dotada de un lirismo casi invisible, la novela de Cameron transita por aguas cenagosas haciendo gala de un aparente mínimo esfuerzo que no es tal, sino todo lo contrario. El final abierto nos hace desear una continuación, aunque ignoro si estará en la mente del autor. La semilla, al menos, ya está plantada. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

lunes, 5 de agosto de 2013

The Reader´s Diary (XXI)

Me consta que Eva Díaz Pérez es una contumaz viajera y una apasionada lectora, y que ambas devociones se ensamblan modélicamente en su interés por la historia de la Europa más reciente, ese viejo continente que tantas novelas guarda dentro todavía. Adriático (Fundación José Manuel Lara, 2013), con la que la autora sevillana se ha alzado con el Premio Málaga de Novela, debería ser sin duda una de esas novelas; sin embargo, me resisto a considerarla como tal. Adriático se puede leer como un largo poema en prosa, se debe leer como un largo poema en prosa, donde cada capítulo-escala dibuja perfiles de dos ciudades que invitan a la ensoñación y a la fantasía, Venecia y Trieste, y bosqueja retratos de personajes como el artista que con sutiles brochazos expresa un carácter, un estado de ánimo, sin mediar más palabra. Claro que en Adriático hay una historia, la de un profesor que, a punto de jubilarse, recibe el encargo de tasar los objetos que se rescatan de los canales venecianos, cada uno con su particular historia de olvido, esplendor y miseria. Un profesor que vuelve al palacio de sus primeros años para reencontrarse con los fantasmas del pasado familiar, con los cinco sentidos abiertos a las ciudades y cosas que fueron y a las ciudades y cosas que son. Ello le permite a la escritora lucirse en las descripciones, en los detalles, en las composiciones, pues la novela se teje con estampas de primorosa literatura, abandonando al personaje central para bifurcarse, como si viajáramos en góndola por el laberinto de canales de esa ciudad inigualable, en secundarios casi anónimos cuya propia novela quedó sumergida en el fondo del mar, en antepasados que se resisten a desaparecer para siempre y vagan entre las sombras y los muebles apolillados, en lugareños como el viejo Pietro que parecen haber estado siempre ahí. Ecos de Magris, de Baricco, incluso de Fellini o Visconti, aquilatan las páginas de Adriático para hacer de ella ese poema de amor no confesado a una ciudad (o a dos), ese canto a una Europa siempre a punto de desaparecer, como Venecia.
Ignoro si Eva es aficionada también a la magia, pero de lo que no hay duda es que Harry Houdini fue, en el ámbito de los fenómenos extraños y casi sobrenaturales, un símbolo en la historia cultural del viejo continente. Nacido en Budapest y fallecido en Detroit víctima de su propia egolatría -fue golpeado a petición propia por un estudiante, lo que le produjo una hemorragia interna irreversible-, el célebre escapista y sus hazañas dieron de comer durante años a la prensa, generaron numerosas biografías e incluso un estimable biopic protagonizado por Tony Curtis. Sin embargo, la faceta de escritor de Houdini quizá sea la menos conocida. Ahora, Capitán Swing edita en español Cómo hacer bien el mal, un conjunto de escritos publicado en 1906 en los que el escapista alertaba a las posibles víctimas de los trucos más usuales de ladrones, carteristas o allanadores de moradas con el fin de estar siempre alerta contra los enemigos de lo ajeno. Este libro se acompaña de otros textos publicados por Houdini a lo largo de su vida en los que, entre otras cosas, muestra su feroz cruzada contra el espiritismo, lo que le ganó una tirantez perenne en su relación con Arthur Conan Doyle, autor del prólogo de esta edición. El libro se abre, no obstante, con un tímido intento narrativo de Houdini, en el que relata su sueño de ser encerrado en una pirámide egipcia. Este fenómeno irrepetible, que llegó a editar durante dos años una revista, demuestra sus excelentes dotes para la literatura, dejándonos conocerle un poco más, aunque, como nos aclara al final, sin revelar esos trucos y habilidades que le permitían escapar de cualquier prisión o de un tanque de agua congelada sujeto por cadenas. Esos secretos son los únicos que están a buen recaudo en su tumba.