viernes, 30 de noviembre de 2012

A una amiga



Niña de cristal, ¿Dónde te metiste
en estos días negros de silencio atroz?,
¿dónde escondiste las alas
que no pudieron salvarte,
las trenzas rojas de Rapunzel herida?
Te rompiste como una marioneta vieja
olvidada por su creador.

Niña de luto, eterna fugada
de una prisión que sólo tú veías
y a la que volvías cuando parecías escapar.
Pintora de sueños imposibles,
que ahora juegas con las estrellas
por pensar que ya no pintabas nada.
Ahora falta luz en el lienzo
que nunca terminaste.
Sólo se escucha un ruido sordo, opaco,
tan frágil y breve como fue tu vida,
llena de aristas y cortes transversales.

Niña perdida, ¿adónde irás
si no sabes el camino de vuelta?

sábado, 24 de noviembre de 2012

Por menos de 4 euros

Para los que no hayáis tenido todavía ocasión de leer Bancos de niebla, la editorial Paréntesis ofrece ahora la oportunidad de conseguirlo en e-book por la irrisoria cantidad de 3,99 euros. Todos los títulos de la editorial estará a ese precio en una oferta limitada. ¡Aprovechad la oferta!

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sábado, 17 de noviembre de 2012

The reader´s diary (XIII)

Una opinión generalizada contenida en el imaginario común dice que la vida de los artistas de cine suele tener argumentos suficientes para su propia película o para una novela. Tendemos a pensar que los actores y actrices están obligados a vivir una vida desenfrenada y pródiga en relaciones amorosas, accidentes, depresiones, pasajes oscuros, cocktails y mansiones fastuosas. La vida de Adolph Marx -Harpo habla (Seix Barral, 2010)-, conocido para la posteridad con el apodo de Harpo, responde como un guante a ese concepto. Nacido en una humilde familia numerosa en la que la fuerza vital de los padres era el bastión que sostenía los muchos reveses, Harpo se permite por fin poner voz a una trayectoria vital asombrosa, en la que se codeó con las mayores personalidades culturales de su época tras sufrir un largo y poco agradecido peregrinaje por teatros de mala muerte o incluso clubs de alterne de dudosa reputación tocando al piano las pocas piezas que sabía. Haciendo gala de una sencillez y una humanidad asombrosas, Harpo nunca tuerce el gesto para contar historias a cual más hilarante y episodios románticos como el largo noviazgo con la que sería su mujer. Una coda de su propio hijo y un entrañable prólogo de Elvira Lindo completan un volumen imprescindible para añadir a la bibliografía sobre los hermanos más "marxianos" de la historia del séptimo arte.
Creo que en algún momento Harpo menciona su trabajo en un circo, aunque éste no fuera el Barnum. Aparece ahora en castellano uno de los primeros -si no el primero- libros sobre el empresario circense Phineas Taylor Barnum (1810-1891), promotor de una de las aventuras más curiosas del mundo del espectáculo: un circo itinerante que reunía los llamados "fenómenos de feria" o seres que por su deformidad o rareza connatural actuaban como reclamo comercial para asombro de miles de espectadores. Precursor de muchas técnicas publicitarias y de un primitivo merchandising, Barnum trató de ofrecer al público lo que pedía, lo que nunca imaginó poder ver sobre una pista de circo. Muchos artistas de diferentes disciplinas se inspiraron en sus creaciones para dar a luz algunas de sus obras maestras, caso de Freaks (La parada de los monstruos) (Tod Browning, 1932) o El hombre elefante (David Lynch, 1980). Con una concepción muy básica, destinada a cubrir una laguna bibliográfica con los principales acontecimientos de su vida, Marc-Pierre Dylan -Freaks. La historia del circo Barnum (Nowtilus, 201)- se aproxima a una figura que ya es un icono en la cultura estadounidense.

Figura de sombra alargada fue también la de nuestro poeta Ángel González. A él le dedicó Luis García Montero su primera y conmovedora novela, Mañana no será lo que dios quiera (Alfaguara, 2009) y, aunque con otro nombre, Ángel vuelve a aparecer a ráfagas en No me cuentes tu vida (Planeta, 2012), como protagonista de un libro en el que trabaja el narrador, trasunto del propio escritor granadino. Sin embargo, el asunto principal es aquí bien distinto, pues la linealidad de la historia pierde fuerza en favor de la reflexión sobre los problemas generacionales entre padres e hijos, la dificultad de asumir las culpas y errores, y la confrontación entre pasado y presente. Con el telón de fondo de la historia de una relación que acaba en boda, García Montero ejecuta en la novela digresiones de diverso calado amueblando esa casa vacía que siempre deja un hijo que crece. La autobiografía y el ensayo se funden de este modo en un intenso retrato de familia.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Semana de cine y vídeo

Mucho se ha hablado de la ópera prima del actor y showman Paco León. Sin embargo, Carmina o revienta, al parecer, inspirada en la vida real de su familia, con su madre como protagonista principal, peca de la inconsistencia del realizador novato, aunque esté sobrada de buenas intenciones, quizá hasta demasiadas. De hecho, la matriz de la película es su afán bienintencionado, volcado aquí en una madre coraje cuyo itinerario nos viene a decir que en esta vida hay que ser más listo que el hambre para salir adelante, y si para eso hay que engañar, delinquir o pasar por encima del que sea, pues adelante. Dicho de otra forma: ante los palos que nos da la vida, mejor tomarnos la justicia por nuestra mano. Pero las buenas intenciones no bastan para lograr una buena película. Paco León parece no saber decidirse por el docudrama o la ficción con base real y se queda a medias de todo, decantándose por una realización plana sin ningún atisbo de creatividad. La brillantez de algunas escenas como la del accidente del coche chocan con algunas demasiado alargadas y otras que se extralimitan al recargar lo soez -si la han visto, saben a cuál me refiero-, resultando un conjunto algo deslavazado que pide cohesión a gritos. Nada que reprochar, en cambio, al equipo actoral, magnífico hasta en los más pequeños papeles.

Corta se queda también El erizo (2009), adaptación de la exitosa novela francesa de Muriel Barbery. Mona Achache, que ha sabido visualizar espléndidamente el bloque de apartamentos del libro y utiliza con astucia la habilidad como dibujante de la pequeña protagonista, se precipita en el desarrollo de la historia principal, narrando la intensa relación que se fragua entre la portera y la niña con exceso de velocidad, sin dar tiempo al espectador a que se encariñe con ambas y sienta, como sucede en la novela, el mazazo final como una verdadera tragedia y no como un efecto sorpresa desproporcionado. Es habitual que se diga de una película que le sobra la última media hora, pero en el caso de El erizo ocurre todo lo contrario: le falta suficiente metraje como para que echemos de menos continuamente la novela.
Y, para que no penséis que a todo lo pongo pegas, redonda sí me ha parecido Looper, extraordinario híbrido de géneros con guiños al primer Terminator, capaz de ensamblar los viajes en el tiempo con el mejor cine negro, el de los perdedores capaces de sacrificarse por una causa mayor. Rian Johnson, autor de dos títulos estimables aunque poco difundidos como Brick y Los hermanos Bloom, así como de algunos episodios de series televisivas, ha bordado su primera película para un público mayoritario trenzando un argumento de tiralíneas que tiene en la sorpresa, las elipsis narrativas y la originalidad sus mejores bazas. El ritmo visual, del que se contagian unos estupendos Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt, es imparable, manteniendo al espectador en tensión en todo momento. La ambientación, muy lograda, y el montaje celebran la inteligencia del espectador. En definitiva, una perfecta muestra de que aún se puede ser original sin necesidad de recurrir a consabidos remakes o adaptaciones testimoniales.