lunes, 24 de mayo de 2010

Últimas lecturas

Aunque el ritmo de lectura ha bajado, resumo en breves pinceladas las últimas:

Palabra de cine. José Luis Borau (Península). Cada vez que Borau aborda un proyecto bibliográfico entre película y película, y otras labores académicas, merece la pena dedicarle un tiempo -y me remito a su imprescindible Diccionario del cine español y a esos Cuentos de cine cuya edición coordinó-. Su extenso pero sumamente enriquecedor manual rescata esas frases y coletillas que han pasado del mundo del cine al lenguaje coloquial, ya sea porque se pronunciaran en una película -"¡Más madera, es la guerra!"- o porque su iconología cinematográfica ha traspasado las fronteras del tiempo para convertirse casi en un cliché -"La cagaste, Burt Lancaster"-. Borau cuenta la procedencia y pasa a desglosar las situaciones a las que se puede aplicar, en muchas ocasiones con poco o nula referencia a su sentido original. Una obra altamente recomendable para cinéfilos y curiosos del lenguaje.

Bilbao, Nueva York, Bilbao. Kirmen Uribe (Seix Barral). Sería fácil remitiros al comentario de mi amigo y bloggero Daniel Ruiz García, pues resume muy bien lo que pienso de todo ese movimiento "nocilla" del que algunos de sus "fundadores" empiezan ya a querer desmarcarse. La novela que ha merecido el Premio Nacional de Narrativa se lee con agrado, pero con la enojosa sensación de sentirte partícipe de un esbozo de diario inacabado en el que puede caber cualquier cosa aunque la hilazón narrativa sea mínima. El estilo está depurado y hay párrafos que bien valen el precio a pagar para llegar al final. Sin embargo, sigo sin ver más allá, sin ver el valor literario que tiene escribir con tu nombre propio y contar las "batallitas" que te pasan a diario. Demasiado fácil para el escritor, demasiado fácil para el crítico señalar que estamos ante algo distinto. La línea entre la vacuidad y la experimentación siempre ha sido muy tenue.

La estrategia del agua. Lorenzo Silva (Destino). Bevilacqua y Chamorro son ya casi de la familia. Como al protagonista de The Truman show les hemos visto crecer, sufrir y rabiar, resolver casos y desesperar por sus consecuencias... Su nueva entrega no defrauda a sus seguidores, que se encuentran con una investigación sin fisuras, las habituales descripciones de los gremios del orden, y ese tono marlowiano-madrileño que tanto nos gusta. Lorenzo Silva nos da una nueva lección de que se puede ser Lorenzo Silva sin repetirse.

El huerto deseado. Tomás Rodríguez Reyes (Isla de Siltolá). El verso limpio, claro, de frondosos ecos y reminiscencias culturales. Sorprende la madurez literaria en un autor tan joven (1981) que parece haber preferido esperar para publicar con la solidez de un poeta veterano. Tomás Rodríguez Reyes, de cuya sed de lecturas y conocimientos da buena prueba su blog, ha meditado cada verso como si fuera el último -o el primero- logrando un clima unitario y reflexivo que invita a la relectura y al gozo en soledad.

París y otras ciudades encontradas. Antonio Ferres (Gadir). La editorial madrileña viene rescatando y alumbrando desde hace algunos años buena parte de la obra de Antonio Ferres (Madrid, 1924), poeta y narrador al que nunca se la ha hecho verdadera justicia a pesar de obtener premios como el Ciudad de Barcelona o el Villa de Madrid. Su último poemario, homenaje a Las ciudades invisibles de Calvino, es una delicia para los sentidos, un revolcón -valga la expresión- de nostalgia a través de paisajes, evocaciones y amores pasados que, gracias a la sucesión vertiginosa de imágenes que prescinden de los signos de puntuación, consiguen prender en nosotros con el ramalazo de una hoguera siempre candente: "Hay un poema perdido / en el cual tú y yo / hemos venido a contemplar el mar sin fin. / Sólo esta orilla florida / donde estamos / juntos sin que seas mía / sin que yo sea tuyo nunca. / Sólo los ojos del mar / y de la tarde".

2 comentarios:

  1. Gracias, Juan carlos, por tus desmesuradas palabras. Salud, siempre.

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  2. Acabo de comentar en el blog de Tomás que me ha gustado mucho su poemario. Mucho de verdad.

    Veo que te gusta el último de Lorenzo Silva. Habrá que darle otra oportunidad: por desgracia, no me conquistó con la novela que me recomendaron de él, El alquimista impaciente, no me conquistó para nada. Pero si veo que lo reseñas con buenas palabras, le daré una segunda oportunidad. Gracias por animarme a hacerlo.

    Llego aquí desde el blog de Tomás y, si no te importa, me quedo un rato.

    Un saludo.

    Jorge Andreu

    PD: Vuelvo a repetirte que me gustaron mucho las 10 razones por las que odiar a Tomás Rodríguez Reyes.

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