miércoles, 2 de febrero de 2011

En los márgenes


Uno siempre está abierto a los consejos de los amigos llamados hojeadores -sí, al igual que hay ojeadores en los clubs de fútbol, también los hay en el mundillo editorial-, esos amantes de trasegar en las estanterías más recónditas de las librerías y llegar hasta la última página de suplementos y revistas literarias. Alguno de ellos me habló en su día de Rosas, restos de alas, una opera prima de un autor sanluqueño, que luego resultó no ser sanluqueño, pues Pablo Gutiérrez es onubense, aunque imparte clases en un instituto de mi localidad. Sí era primera novela, aunque Pablo ya había publicado algún relato suelto y formaba parte de la nómina de los Premios Miguel Romero Esteo de Teatro.
El caso es que no tuve tiempo entonces de hincarle el diente a esa novela publicada en la ya extinta colección de narrativa de la editorial La Fábrica, así que he remediado la falta con la lectura de Nada es crucial, segunda novela del autor, que le ha catapultado al primer plano de la actualidad gracias a la concesión del Premio Ojo Crítico de Narrativa. Si ya el año pasado comentaba en este blog la novela de Kirmen Uribe ganadora de la anterior edición, las sensaciones son ahora parecidas a las que me produjo Bilbao, Nueva York, Bilbao. Pablo Gutiérrez posee un estilo rabiosamente personal, poderoso, subyugante. La historia que cuenta no es ninguna novedad: dos chicos crecidos en barrios marginales siguen itinerarios diferentes -uno es reeducado por una congregación religiosa, la otra decide independizarse de su madre y su nueva pareja- hasta que acaban encontrándose para paliar su mutua soledad.
La originalidad de la novela de Pablo es que el narrador omnisciente trata de ver las peripecias de la pareja desde el mundo personal de cada uno, así que los nombres propios desaparecen para dejar paso al Hombre Alto y Locuaz o a universos como MundoLecu. Sin embargo, esta perspectiva innovadora se acaba agotando a medida que progresa el relato, de modo que las páginas empiezan a sobrarnos y el descubrimiento se vuelve repetitivo y machacón. Da también la impresión de que el autor no sabe cómo acabar la novela y que ésta podía terminar en cualquier momento sin excesivas consecuencias para los protagonistas.
No obstante, Nada es crucial atesora suficientes valores como para ser considerada una novela rompedora, de las que sobresalen en un maremágnum de novedades trufado de lugares comunes. Y ello no es poco.

1 comentario:

  1. Este libro me ha parecido excelente. Hay un esfuerzo creativo tremendo, pleno de ideas y formas que te obligan a volver sobre lo escrito, para pensar y disfrutar.

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