martes, 17 de mayo de 2011

La Buena Vida


El desgraciado fallecimiento de Pedro San Martín posiblemente ponga punto final a una banda que marcó a toda una generación de melancólicos y soñadores, entre los que me encuentro. Tras la marcha de Borja Sánchez, fundador y guitarra principal del grupo, tras la publicación de Soidemersol (1997), uno de sus mejores discos, y, sobre todo, de la vocalista Irantzu Valencia en 2009, el grupo de Donosti parecía apostar su dubitativo futuro a una más que difícil reconversión en el complicado panorama musical nacional. No obstante, la muestra más reciente de su trabajo, el EP Viaje por países pequeños (2009) apostaba por mantener la línea cadenciosa y ajena a las modas que habían convertido al grupo en referencia indispensable de un cierto tipo de sonido, con reminiscencias de los 60, la chanson francesa, y ciertos aires de bossanova con exquisitos arreglos orquestales. Siete discos de estudio -algunos tan brillantes como el citado Soidemersol, Hallelujah! (2001) y Álbum (2003)- y un recopilatorio, amén de numerosos EP's, conforman la intachable trayectoria de un grupo especial, de esos que parecen anidar en un universo aparte, a salvo de imposiciones, tendencias programadas y listas radiofónicas, custodiados por una, quizá, no demasiado numerosa, pero fiel audiencia, entregada como pocas. Lo pude comprobar la única vez que tuve oportunidad de verles tocar en directo. Fue en la sevillana sala Fun Club hará cerca de diez años. Uno, que tiene mala memoria para recordar las letras, podía observar cómo a su alrededor buena parte de los asistentes canturreaban las canciones que, de un modo u otro, les habían reunido allí a pesar de albergar intereses y formas de vida contrapuestas. Es lo que tiene la música. Entre los detractores de La buena vida es frecuente tildarles de cursis y engolados, de lanzar mensajes ñoños para gente que roza los cuarenta, cuando no los supera. Respeto su opinión, ya que la música del grupo donostiarra parece detenerse milagrosamente en esa frontera que separa la sensibilidad a flor de piel de la mojigatería. Para los no iniciados les recomiendo darle tiempo, dejar que la música ejerza poco a poco su poderoso influjo. Aunque La buena vida deje de existir como grupo, su obra perdurará en los oídos menos acomodaticios a las radiofórmulas y los grandes éxitos.

Vídeo: Qué nos va a pasar

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