jueves, 15 de septiembre de 2011

Bernie Gunther

Reconozco que leerse de una tacada las tres novelas que componen la Trilogía berlinesa (RBA, 2010) puede provocar cierto empacho de nazis, de ahí que haya decidido postergar mi lectura de la muy recomendada HHhH de Laurent Binet. Publicadas originalmente a finales de los ochenta y principios de los noventa, Violetas de marzo, Pálido criminal y Réquiem alemán se presentan ahora remozadas en un solo volumen para solaz de los seguidores de uno de los más carismáticos detectives de la novela negra contemporánea, Bernie Gunther, a quien Kerr dio posterior continuidad en los títulos Unos por otros, Una llama misteriosa, Si los muertos no resucitan y Gris de campaña, última entrega hasta la fecha. Avispado, riguroso, dotado de un sexto sentido infalible, con un cuerpo hecho a las palizas y al polvo fácil, Gunther ha heredado muchos rasgos del tough boy de la novela negra clásica norteamericana, y también ese prurito de honestidad que nos hace creer que, bajo esa capa de dureza e impermeabilidad, se esconden fogonazos de humanidad que estallan en el momento más imprevisible.
En su inquebrantable soledad -pues Gunther está hecho a las pérdidas sentimentales-, nuestro detective tiene tiempo para reflexionar sobre una Alemania que no le gusta y evocar con nostalgia los tiempos de Weimar, radiografiar la psicología de los nazis, opinar sobre el problema judío, y asistir a a la majestuosa victoria de Jesse Owens en las olimpiadas de Berlín. Puntos comunes a las tres novelas son la acción trepidante -con sucesión de asesinatos, intrigas, mujeres fatales, policías, violaciones, persecuciones, etc.-, el dibujo minucioso de la sociedad y el urbanismo de una ciudad inigualable, y la querencia, en la mejor tradición noir, de un estilo lapidario y casi abrasivo. No sabemos cuántas historias más nos deparará Bernie, pero sí estoy seguro de que se ha ganado un sitio de honor junto a Phillip Marlowe o Sam Spade.

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