miércoles, 5 de septiembre de 2012

Centenaria

Lo anuncia mi querido Antonio Rivero Taravillo en su blog: la revista Clarín cumple cien números acudiendo fielmente a su cita con ese mínimo retraso suyo tan característico para sus acérrimos seguidores, siempre al filo de la agonía de su segundo mes de bimestralidad, a veces a principios del siguiente. Eso nunca nos importó a los que la tratamos desde sus inicios allá por enero de 1996, y que todavía repescamos números atrasados en la propia editorial -la incombustible Nobel- o en librerías de lance. Eran otros tiempos. Entonces Clarín se podía encontrar con suma facilidad en algunas librerías especializadas, su distribución era generosa y no hacía ninguna falta reservarla o solicitarla a nuestro librero de cabecera. Simplemente estaba allí, colocada en la estantería junto a otras revistas literarias que no han soportado los cambios económicos y editoriales, como una compañera fiel e imprescindible de las novedades bibliográficas que se arracimaban a su alrededor. Nada que ver con la realidad actual, de la que uno es testigo en primera persona. Clarín ya no aparece en el catálogo de las novedades de los proveedores, al menos en Andalucía. Si algún cliente la solicita, hay que pedirla a una editorial ovetense como una "rara avis" que ha perdido su hábitat natural. El elevado coste que supone una publicación de este tipo, unida a la progresiva digitalización de los usos lectores, han provocado que las revistas literarias hayan encontrado su relevo "natural" en los blogs literarios que proliferan por la red, y que se benefician de la inmediatez, la difusión masiva y el coste cero o casi nulo. Sin embargo, sin negar su utilidad -y como sucede con el libro electrónico- uno echa de menos la egoísta posesión material, pasar las páginas de unas secciones que ya se han convertido en clásicas.
Junto a otras revistas literarias, ya desaparecidas, a las que guardo especial cariño -Prima Littera, Renacimiento, Sin Embargo o El Siglo que Viene, por citar algunas-, la revista que dirige desde sus inicios José Luis García Martín forma parte de mi formación literaria. En aquella época de efervescencia cultural mi hermano Félix J. y yo habíamos conseguido que un periódico local nos permitiera editar cada mes -porque pagar, no pagaban por supuesto- un cuadernillo de ocho páginas al que bautizamos como Mosaico. Gracias a él nos relacionamos con muchos escritores y editores, entre otros con José Manuel Benítez Ariza, quien me sugirió la posibilidad de enviar a Clarín la entrevista que acababa de hacerle. Para mi sorpresa, fue aceptada y publicada, siendo la primera de una serie que, junto a algunas críticas y artículos, fueron apareciendo con su puntual remuneración. Hace algunos años que, por falta de tiempo, no envío nada a la revista, pero amigos y colaboradores me cuentan que Clarín goza de una excelente salud para los tiempos que corren y sigue pagando religiosamente, cosa que a algunos les sigue pareciendo extraño, como si los escritores no tuvieran que pagar todos los meses sus facturas. Ignoro si la revista ovetense logrará editar otros cien números, pero sin duda su longevidad e indiscutible calidad ya son dignas de aplauso.

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