miércoles, 12 de junio de 2013

Fray Perico y su trabuco

Se cumplen ahora quince años desde que el binomio formado por Salvador Daza y Regla Prieto -músico él, filóloga ella- iniciara en el plano editorial sus investigaciones sobre los curas homicidas a lo largo de la historia. Ese primer trabajo se tituló Proceso criminal contra Fray Pablo de San Benito en Sanlúcar de Barrameda (1774) (Universidad de Sevilla, 1998), dándose la circunstancia de que este juicio, desarrollado por azares del destino en su ciudad natal, se erigiría en el primero que derogaría los privilegios del estamento eclesiástico en las causas judiciales imponiendo al tribunal civil debido a la crudeza y gravedad de los hechos juzgados, sentando un precedente judicial al que las partes implicadas se remitirían en casos similares posteriores. Tras esta monografía llegarían luego Proceso criminal contra Fray Alonso Díaz (1714) (Universidad de Sevilla, 2000), y De la santidad al crimen: clérigos homicidas en España (1535-1821) (Espuela de Plata, 2004), que recopilaba en capítulos más breves una serie de casos especialmente llamativos ocurridos a lo largo y ancho de la geografía española.
La polémica y la sospecha siempre han acompañado a los oficiantes religiosos -sólo hay que consultar los diferentes escándalos de pederastia sacados a la luz en las últimas décadas y que han obligado a pedir perdón al mismísimo Papa-, pero también la indulgencia y el oscurantismo, como si querer saber más, meter la cabeza en la olla podrida, pudiera ser contraproducente para la opinión pública y la imagen de perfección que la Iglesia siempre se ha esforzado en transmitir. Sin embargo, el historial de delitos protagonizados por eclesiásticos es tan abundante que Daza y Prieto se han animado a publicar un nuevo libro con los casos que no tuvieron cabida en el anterior, algunos de los cuales alcanzan también el continente americano. Lucifer con hábito y sotana: clérigos homicidas en España y América (1556-1834) (Espuela de Plata, 2013) es el resultado de bucear varios años en archivos de difícil acceso, pidiendo permisos concedidos no siempre con amabilidad, y desentrañando los secretos mejor guardados del pasado de una Iglesia cuya caterva de criminales no desmerecería de las de los forajidos del viejo oeste americano, pudiendo, si me apuran, protagonizar su propio CSI. Con prolijidad de detalles, los autores dan cuenta de cada suceso centrándose sobre todo en el tira y afloja judicial que lo lleva a ir dando tumbos hacia un poder u otro, entablándose una encarnizada batalla entre jurisdicciones que podía acabar
con el reo ajusticiado, encadenado de por vida o más libre que el aire. En definitiva, una nueva piedra de toque, una llamada de atención para advertir que los tiempos no han cambiado tanto.

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