jueves, 6 de agosto de 2009

Sobran las palabras


Al principio, nos llama la atención el sonido, mezcla de música e imaginario monólogo de un ratón de sobra conocido. La oscuridad es casi total y la inteligente iluminación apunta únicamente al agujero por el que podría salir su único inquilino. Sólo Juan Muñoz (1948-2001) podía haber tenido una idea tan brillante. Esperando a Jerry es sólo una de las muestras del fascinante universo de este artista prematuramente desaparecido, cuya obra se muestra en su mayor representación hasta la fecha en el Museo Reina Sofía hasta el 31 de agosto. Uno, que no es especialista en arte contemporáneo -eso se lo dejo a algún buen amigo como José Yñiguez-, no pudo menos que quitarse el sombrero en su reciente visita al edificio Sabatini de la conocida institución. Además de las esculturas, sin duda su actividad más conocida y reputada, se muestran aquí dibujos, piezas radiofónicas y auditivas que completan una trayectoria jalonada por el éxito más allá de nuestras fronteras. La presente retrospectiva, de hecho, que ha sido completada con nuevas adquisiciones, venía de exponerse en la Tate Modern de Londres, en el Guggenheim de Bilbao y en Oporto.

El visitante puede caminar entre las figuras de Many times, un grupo de casi cien asiáticos que se agrupan estratégicamente ¿sin decirse nada? La incomunicación, la soledad, son parte fundamental del trabajo de Muñoz. Enanos -magistral el incluido en El apuntador-, acróbatas, figuras colgantes, sombras interactivas, descarrilamientos de tren, automóviles con casas incrustadas, balcones, figuras que se balancean o se apoyan en la pared aisladas y pensativas... el universo de Muñoz bascula entre un expresionismo muy personal y un toque kafkiano donde lo imaginario juega un papel fundamental. En Muñoz es tan importante el continente como el contenido, la figura como el espacio que ocupa. Por eso, los comisarios de la exposición han sabido jugar las bazas que les ofrecía el imponente marco para situar cada pieza en su hábitat ideal. Han explotado las dimensiones de las salas, han aprovechado el jardín y han jugado con las paredes, techos y recursos de iluminación del Museo para rendir honores a un artista irrepetible.

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