lunes, 5 de marzo de 2012

Películas vistas en Madrid

La impresión tras ver Young Adult es que tengo que hacer los deberes y recuperar tanto Juno como Up in the air para calibrar en su justa medida el fenómeno Jason Reitman. Realizada con solvencia y reforzada por una gran interpretación de Charlize Theron, la tercera película del joven director no viene a contarnos nada nuevo, pues se trata de la clásica historia de "Peter Pan", la chica, en este caso, que se niega a crecer y asumir una nueva orientación en su vida, incapaz de olvidar a su amor de la infancia y todo lo que éste representa, al recibir la noticia de que éste se ha casado y ha sido padre. Inmersa en un trabajo de "negra" editorial que no le satisface en absoluto, Mavis regresa de la gran urbe a su pueblecito natal, donde todo parece seguir como lo dejó, sus habitantes son felices con sus pequeñas miserias y alegrías, y todos la miran con recelo, incluidos sus padres, al sospechar, primero, y conocer, después, las auténticas razones de su regreso: recuperar una vida que se le escapó hace mucho tiempo. Reitman saca el máximo partido a este argumento recurrente logrando una obra menor pero resuelta con gran habilidad e intensidad dramática, no exenta de cierto humor negro.
Mucha mayor calidad atesora Drive, de Nicolas Winding Refn, obra maestra de principio a fin con evidentes guiños al cine negro de la mejor estirpe en ese protagonista -inconmensurable Ryan Gosling en su inquietante inexpresividad- condenado a huir, ya que las circunstancias le impedirán establecerse y llevar una vida feliz con cualquier pareja. Empleado de un taller mecánico, Gosling se saca un sobresueldo ejerciendo de doble en escenas de persecuciones y accidentes automovilísticos, y como meticuloso y experto conductor en atracos. Su encuentro con una vecina de la que se enamora trastocará su controlado universo vital, pues ésta está casada con un expresidiario al que acosan unos matones a los que debe dinero. La implicación obligada de Gosling para ayudar a este último precipitará los acontecimientos sumergiéndole en una espiral de violencia y crímenes. Lo más curioso es que al final de este cóctel explosivo seguimos teniendo la impresión de que Gosling es un buen chico y que no ha tenido más remedio que recurrir a esos métodos para seguir adelante. Tanto las escenas de acción como las más románticas están apoyadas en los diálogos imprescindibles, dejando aflorar en el espectador la inquietud, la desazón, la sorpresa por un devenir siempre desasosegante. De factura impecable, Drive ha sido una de las olvidadas del año en los Oscars, aunque para los cinéfilos de pro eso importe poco.

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