viernes, 18 de enero de 2013

Magia con doble fondo


No hace mucho comentaba en este mismo blog un modesto librito que había aparecido sobre el famoso circo Barnum. Los entresijos del mundo editorial son tan insondables que mis palabras parecen haber sido escuchadas con la reciente publicación de El gran salto. La asombrosa historia del circo, de Raúl Eguizábal (Península). En esta voluminosa, documentada y valiosa obra se traza un recorrido historiográfico por el llamado mayor espectáculo del mundo rescatando números imposibles y fascinantes, personajes y artistas muchos de los cuales merecerían su propia biografía, concepciones diferentes según el ámbito geográfico, numerosas anécdotas dignas de recordar y familias y empresarios, como el citado Barnum, que apostaron su fortuna y su vida por avivar la ilusión de niños y mayores. El abultado campo de investigación, que comprende desde los primeros conatos circenses en las cortes monárquicas o en el lejano oriente hasta las novísimas propuestas del Circo del Sol, requería, por supuesto, meter la tijera, pero también una estructura que delimitara las diferentes propuestas que puede ofrecer la carpa. De este modo, Eguizábal divide su trabajo -profusamente ilustrado además con fotografías, dibujos, recortes de prensa o programas de mano- en una serie de categorías o especialidades que le permiten no dejar ningún cabo suelto y poner orden en la confusa y tupida maraña de cachivaches y aparejos que arrastran los carromatos de un pueblo a otro: tenemos a los acróbatas y trapecistas, a los domadores, a los caballistas, a los magos e ilusionistas, a los forzudos, a los hombres bala, a los lanzadores y, por supuesto, a los freaks o fenómenos de feria. Evitando la prolijidad y los excesos, Eguizábal sabe ser ameno logrando esa mágica concordancia entre continente y contenido tan difícil de obtener a veces.
Algo de magia tiene también el último libro de Benjamín Prado. Si el relato debe atesorar la difícil virtud de tener las palabras precisas, el aforismo es, quizá junto al haiku, el género literario que más se puede parecer a un juego de ilusionismo donde el mínimo error puede hacer, como en el circo, que el equilibrista se trastabille o el domador sufra el desagradable arañazo del león. Condensar una idea o un sentimiento en apenas una o dos frases provocando la sorpresa, la emoción y el puro goce estético es un logro que sólo está al alcance de muy pocos. Entre los más grandes podríamos citar a Canetti, Rilke o Kafka, y ya en la literatura española contemporánea me quedo con Lorenzo Oliván o Enrique Baltanás, cuyo libro también comenté por aquí. Nada menos que quinientos aforismos reúne Prado en Pura lógica (Hiperión, 2012), repartidos de centena en centena para dar descanso al lector y dejar que saboree como debe perlas como las que nos regala: "No hay peor ahogado que el que se hunde en lo superficial", Acariciarla era ir desdoblando un mapa", "Invadir es quedarse con los problemas de los enemigos", "No persigas lo que no quieras que te alcance", o "Una historia nunca puede escapar del sitio en el que ocurrió". En el debe de la edición, sólo anotar el desliz en la repetición de algún aforismo o la intrusión de alguna cruel errata que desvirtúa el efecto pretendido al hacerse notar demasiado en un espacio tan reducido.

2 comentarios:

  1. Hola, Juan Carlos. Acabo de leer esta reseña y quería agradecértela y, por otra parte, preguntarte cuáles eran esas erratas de las que hablas en tu texto: justo estoy preparando la segunda edición, que saldrá para la Feria del Libro, y me encantaría poderlas corregir. Me puedes contestar a twitter o facebook. Muchas gracias.

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  2. La verdad es que me gustó mucho el libro, pero soy muy descuidado leyendo: no suelo apuntar nada, así que tendría que releérmelo para decirte. Sí recuerdo algún aforismo repetido, pero las erratas soy incapaz de recordarlas. En cuanto tenga un hueco y pueda revisarlo, te digo por twitter. Un abrazo

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