jueves, 4 de junio de 2009

La voz celestial


Aunque lo pueda parecer, hoy no voy de folclóricas. La copla es un género que nunca me ha atraído; es más, las socorridas galas y programas televisivos que parecen dilatarse eternamente en la parrilla me provocan cuando menos indiferencia. Mi mujer me critica a veces por ser muy cerrado en mis gustos musicales: "hay música más allá de los ochenta" es su frase recurrente. Lo cierto es que mis preferencias van por ahí, el pop-rock de aquella década memorable. Raros son los cantantes o grupos que, de los 90 hasta ahora, han superado el difícil examen que les preparo y, cuando lo hacen, se debe por lo general a que su origen se remite a aquellos años, por ejemplo, Morrissey (The Smiths), Beautiful South (The Housemartins), Lloyd Cole (Lloyd Cole&The Commotions), New Order-Electronic (Joy Division), Manolo García (El Ultimo de la Fila) y algunos más. La música actual me dice poco, sobre todo la de las radiofórmulas, y como además escucho poco la radio, las recomendaciones de los gurús de Radio-3 me quedan cada vez más lejanas, convirtiéndome los nuevos valores de la música independiente en un gazpacho multicolor del que a veces mi buen amigo Javier Mariscal consigue extraer un sabor distinto para que le dé mi aprobación.

Salvando esos grupos indies españoles que van encontrando poco a poco su sitio en mi discoteca -Parkinson DC, Australian Blonde, El Niño Gusano, La Buena Vida, etc.-, la música cantada en español todavía tiene que sortear más obstáculos para complacer a esta rara avis que tengo por oído. Por eso, cuando una persona muy querida que acaba de dejarnos nos regaló un disco de Clara Montes mis prejuicios comenzaron a salir a flote enseguida, quizá porque sabía que le había puesto voz a algunos poemas del inefable Antonio Gala. Sin embargo, sólo tuve que escucharlo dos o tres veces para sorprenderme a mí mismo escuchando Canalla pa´bien en solitario, como si estuviera disfrutando de un placer prohibido reservado hasta entonces a mi mujer. Con la voz prodigiosa de Clara terminé de escribir mi segunda novela, Tren de cercanías, subyugado por un directo emotivo como pocos, donde se hacía acompañar por gente tan variada como Elefantes, Los Enemigos, Arcángel o la actriz Natalia Dicenta. Luego vinieron nuevos discos de estudio: Desgarrada, Uniendo puertos y ahora A manos llenas, dando vida, y qué vida, a los poemas de Rafael de León.

Nunca le agradeceré lo bastante a Antonio, dondequiera que ahora esté, una recomendación como la que nos hizo aquel memorable día. Cuando pongo ahora sus cd´s ya no tengo ningún prejuicio, ahora siento algo distinto, la seguridad de que ambos nos estamos emocionando con la misma canción, y llego a la conclusión de que, más que unir puertos, Clara Montes es capaz de unir sólo con sus cuerdas vocales las fronteras entre esta vida y la otra.


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