lunes, 8 de junio de 2009

Sólo para gourmets


Hasta no hace muchos años, las fonotecas personales daba gusto verlas: los vinilos clasificados por autor o género en estanterías o inmensos cajones donde no podía respirar una mosca, los cd´s primorosamente colocados en muebles comprados ex profeso y musicassettes custodiadas en cajas de zapatos como un tesoro antiguo y valioso. Sin embargo, el progreso de la tecnología y los nuevos formatos han cambiado radicalmente la panorámica que el visitante podía encontrar en esos dormitorios y salones fin de siecle. Ahora te resulta complicado saber dónde está tal disco de tal autor entre tanto cd regrabable y mp3 comprimido. De hecho, conozco ya a muchos que no se rebajan a comprar cd´s, en parte por manifestar su postura en contra del famoso canon, y en parte para ahorrar espacio en una galaxia musical que amenaza con explotar e inundar de notas musicales la casa del vecino. De un tiempo a esta parte, mi discoteca se ha vuelto también híbrida entre vinilos que creía olvidados, cintas guardadas en maleteros casi inaccesibles y maletines de cd´s con intención clasificatoria, pero sólo con intención.

En esta marabunta trato de no perderme en los laberintos de mi identidad musical, ésa que se ha ido formando con los gustos labrados en tiendas hoy desaparecidas, mercadillos o regalos de amigos y parejas. Por eso, tener un artista o grupo exclusivamente en formato original parece una quimera en los tiempos que corren, a no ser que uno se lo proponga con denuedo. De ese raro privilegio goza en mi fonoteca Lloyd Cole, ya sea con su primitiva formación, los Commotions -tres discos-, con The Negatives -estuche con cuatro cd´s- o en solitario: seis discos de estudio, dos directos y una exquisita cajita que acabo de agenciarme -Cleaning out the ashtrays- donde se compilan caras B, rarezas, demo versions, remezclas, piezas inéditas y versiones desconocidas como la de I just don´t know what to do with myself, de Dusty Springfield. Hace ahora tres años tuve la oportunidad de verle en un concierto acústico en el Teatro Cervantes de Málaga. Ese concierto nunca se grabó, pero sí otros dos ofrecidos de la misma guisa en Alemania e Irlanda. Lloyd Cole es de los pocos poetas que conservan inmaculada su forma de hacer música para unos seguidores que quizá no seamos muchos, pero sí devotos de un arte culinario exquisito, cocinado en las cavernas de una época que parece extinguida.

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