lunes, 6 de julio de 2009

La canción donde ella vive

Pues sí, el próximo jueves 9 de julio a las 20,30 horas le toca el turno a la narrativa en el jardín de la calle Caballeros 36 (entrada por calle Barja, junto al nº 3), en Jerez de la Frontera. La librería Luna Nueva presentará la última novela de Daniel Ruiz García, La canción donde ella vive, publicada en la editorial Calambur. Daniel, que también hablará de su anterior título, Perrera, será introducido por la periodista Marianela Nieto.



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"Lo primero que debería hacer quien llega por primera vez a Lisboa es apresurarse a salir de Lisboa". Con esta curiosa afirmación, que podría parecer una boutade si no viniera de Ángel Crespo (1926-1995), arranca la última parte de esta rareza bibliográfica, publicada originalmente con el título de Lisboa (Destino, 1987), y ahora reeditada con acierto por Bruguera. En ella Crespo se dedica a pasear por una de las ciudades más hermosas del planeta, al modo del viajero romántico y no del turista con cámara en mano. De hecho, la frase citada es una invitación a tomar el transbordador en la Praça do Comércio para obtener una vista privilegiada de la ciudad. Crespo toma el funicular, el ascensor de Santa Justa, entra en los Jerónimos, en la Torre de Belem, pero también en las callejuelas de la Alfama, en la plaza del Rossio o en iglesias que no aparecen en las guías de viaje. Aunque los años han pasado desde que se escribieran estas líneas, el espíritu de Lisboa, que Crespo trata de describir en las primeras páginas, cuando habla de la saudade, del fado o del sebastianismo, se mantiene inalterable, presa de una cadencia musical milagrosa, a medio camino entre la pereza y la nostalgia. Crespo evoca a Pessoa, a Camoes, al suicida Antero de Quental o a Sophia de Mello Breyner Andersen, y en las poco más de setenta páginas de la tercera parte de su ensayo, resume la historia de la ciudad con sus conquistas y reconquistas, sus reyes y reyezuelos, los templarios y las divinidades, sus monumentos y su urbanismo. Uno, que sólo ha estado dos veces en la mágica Lisboa, ha tenido que agarrarse al asiento para no coger el coche y seguir los itinerarios trazados por Crespo, regresar a esa ciudad que te llama sin quererlo, como una sirena que te hace perder la cabeza con su imposible canción.

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