martes, 24 de noviembre de 2009

Fantasmas hechos y deshechos


Uno siempre recuerda con cariño la lectura de aquellos libros que le dejaron un poso de fascinación y sorpresa, esa curiosa aleación que nos deja tan buen sabor de boca. Algo de esto me pasó con Solos, un libro de relatos de Care Santos publicado en Pre-Textos del que conservo la nítida imagen del asesino de John Lennon confesándose en su celda. Si aquel era un trabajado muestrario de personajes que rumiaban su soledad en los estrictos márgenes de las distancias cortas, Los que rugen es una galería de fantasmas -reales e interiores, valga la muy sucinta distinción- que nos acompañan en trece historias para certificar que Care es una de las autoras mejor dotadas del panorama nacional para componer un libro de relatos unitario, con sentido y compuesto de algunas piezas dignas de figurar en las mejores antologías del género, con permiso de Poe, Henry James, Lovecraft y tantos otros que cultivaron las presencias extrañas.

Care Santos tiene además la habilidad de ir dosificando su talento con intencionada maestría, ya que de los cuentos más humorísticos y anecdóticos como "Confesión" u "Orden alfabético" es capaz -y evoco de nuevo a James- de imprimir, lo que no es fácil hoy día, una vuelta de tuerca más a variantes tan sobadas como la del hombre invisible -"Más allá de esta oscuridad y este silencio"-, o de acercarnos, y de qué modo, a nuestros fantasmas más recónditos en "Amanecer con monstruos marinos" -emotivo recuerdo de la figura paterna- o "Marcar un gol", quizá el cuento que a uno le ha llegado más adentro.

Si uno se fija atentamente, en buena parte de los relatos la protagonista podría ser la misma, una madre joven con sus recuerdos personales, sus temores y su azarosa vida sentimental, una prolongación -fantasmagórica y ficticia, por supuesto- de una Care Santos que intuyo a veces no tiene reparos en dibujarse a sí misma y en dibujarnos, de paso, a nosotros: recuerdo, por ejemplo, las clases de gimnasia de "Defensa y ataque".

Podría extenderme más sobre las virtudes y ¿defectos? de este nuevo libro de Care, y van... ¿50 quizás? Los fantasmas del relato "Orden alfabético", nada menos que Philip Roth y Saul Bellow, tendrían, henchidos de envidia, sobrados motivos para asesinar a la autora de tan nutrida biblioteca personal. Yo no pienso llegar a tanto, entre otras cosas porque mi pacifismo militante me lo impide, así que me limitaré a sumarme con mi rúbrica más encendida al manifiesto expuesto por mi hermano Félix J. Palma hace unas semanas en Madrid, confiando en que muchos, escritores sin constancia ni tesón, os unáis a la causa. Ahí os lo dejo por si no lo conocéis aún:



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