jueves, 2 de septiembre de 2010

Lecturas de verano (I)

Después de un largo tiempo sin dar noticias, me propongo aventar este pequeño rincón más a menudo. De momento, empiezo con un somero repaso de algunas últimas lecturas:

Sesión continua. Luis Manuel Ruiz (Algaida). Autor ya de seis novelas de fuste, el escritor sevillano publica su primer libro de cuentos gracias a la consecución del Premio Iberoamericano de Relatos Cortes de Cádiz. Haciendo gala del brillante estilo al que nos tiene acostumbrados, el autor de El criterio de las moscas pergeña varias obras maestras en un volumen que toca varios géneros, con cierta predilección por el fantástico. Por cierto, aviso para Luis Manuel: da un toque a la web de "La Casa del Libro" para que cambien tu foto. Ese no eres tú.

Unos por otros. Phillip Kerr (Rba). Cuarto título de la ya imprescindible serie "Berlin Noir" que, como su propio título indica, es una fascinante fusión de novela negra en la Alemania pre y post-Nazi. El "tough-boy" Bernie Gunther, nostálgico de la República de Weimar, hace una vez más encaje de bolillos para salir de las situaciones más apuradas, sin dejar, como buen representante de la clásica escuela, de coquetear con el sexo opuesto y tratar de llevar lo mejor posible su particular ética. El viaje a México, del que espero hablar en breve, se me hizo mucho menos largo con su compañía.

Novela familiar. Blas Matamoro (Páginas de Espuma). Galardonada con el III Premio Málaga de Ensayo, esta curiosa obra se introduce en el universo del escritor desde una óptica privada y genética. A través de infinidad de pequeñas biografías, Matamoro viene a desmentir aquello de "de tal palo, tal astilla", pues aunque los padres pueden jugar un papel fundamental en la obra futura del hij@ escritor -léase Kafka, por ejemplo-, también puede ser una influencia pasiva o ser completamente ninguneado por su vástago. Padres, madres, hermanos, hermanas y otros familiares, desfilan por unas páginas que nos descubrirán orígenes y episodios que quizá nos eran desconocidos.

Papel y plástico 2. Oscar Lombana (Astiberri). Como ya ocurría en el primero, el segundo tomo de Papel y plástico es un asalto a mano armada al corazón de la nostalgia: juguetes, cromos, series, álbumes, muñecos, chucherías, cachivaches... Todo tiene sitio en este festival orgiástico -en el sentido revival, se entiende- para los sentidos de los que ya comenzamos a peinar canas. Al prurito exhaustivo de Oscar en su cacería por tiendas, librerías y friki-houses de toda España se suma su ingenio para intercalar anécdotas o bromas personales. Por cierto, Oscar, gracias por partida doble: por incluir los kalkitos y por acordarte de mí en las dedicatorias.

Manhattan por el retrosivor. José Luis Ordóñez (Mandocohete). A José Luis le conozco desde hace varios años y puedo dar fe de su inquebrantable pasión creativa: cortometrajes, obras de teatro, novela, relatos... En Manhattan funde con acierto dos de sus pasiones: la escritura y el cine, ya que los cuentos -con una ambientación más o menos unitaria en espacio y temas- se pueden ver como cortometrajes rodados plano a plano con la pericia del que sabe dónde poner la cámara. Algunos más redondos que otros, los cuentos aquí incluidos revelan a un narrador con gran capacidad de fabulación que debe explotar -quizá el nombre de su editorial sea una advertencia- en cualquier momento.

1 comentario:

  1. Cierto, Juan Carlos, el de la Casa del Libro se ve más moderno, interesante y europeo que yo. Casi mejor dejarlo para que los lectores se equivoquen. Gracias por tus palabras y un abrazo.

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