El que eche de menos algo más de humor en la narrativa española actual disfrutará de lo lindo con este España, aparta de mí estos premios, de Fernando Iwasaki, quien, si bien es peruano, lleva asentado aquí tanto tiempo que podemos considerarlo ya parte integrante del sevillano barrio de Santa Cruz, desde donde dirige la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco y coordina con mimo la revista literaria Renacimiento. Iwasaki vendría a cumplir, por tanto, en la realidad el papel que desempeñan los siete protagonistas de los otros tantos relatos que componen el presente volumen, a la sazón japoneses residentes en España amparados en un largo anonimato del que emergen con ínfulas de estrella mediática por la precipitación de los acontecimientos.
Como buen conocedor de los entresijos de los premios literarios, Iwasaki ha confeccionado una especia de ruta, pensada especialmente para concursantes latinoamericanos que quieran triunfar en nuestro país, compuesta por siete piezas ajustadas al perfil propuesto por otros tantos certámenes de lo más variopinto: desde el dedicado a la promoción del langostino de Sanlúcar hasta la celebración del centenario del Sevilla F.C., pasando por la defensa del patrimonio histórico, caso del que toma como partida la Cueva de la Pileta de Benaoján. La idea del autor es demostrar que, sin modificar la estructura de base, un mismo relato se puede adaptar a todo tipo de concursos. Y para que no quepan dudas y el círculo (y el juego) queden completos, Iwasaki incluye las supuestas bases y fallo del premio, citando incluso los nombres de los integrantes de cada uno de los jurados, elección muy atinada por cierto.
El resultado es que el autor de Un milagro informal o Ajuar funerario oficia un desternillante juego que se diría sobrepasa lo metaliterario para convertirse en un circo de múltiples pistas que persiguen el mismo objetivo: la ocurrencia llevada a la máxima potencia, esa buena ración de risas que siempre nos alegra el día.
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