jueves, 14 de enero de 2010

Un Jacques Tourneur de serie A


En estos tiempos literarios que corren, es de agradecer que los premios reconozcan de vez en cuando a novelas personales nacidas de las más recónditas pasiones y recovecos íntimos de su autor, y no a esos seudopastiches creados ex-profeso para regocijo y deleite del jurado de turno, aunque éste a veces dé algún que otro coletazo de contrariedad -léanse los últimos casos de Juan Bonilla o Juan Marsé, por ejemplo-. El Ateneo Joven de Sevilla acostumbra a ser una buena rampa de lanzamiento para autores poco conocidos por el gran público que luego han demostrado de sobra sus potenciales recursos. En la última nómina de ganadores destacan Marta Rivera de la Cruz, Oscar Esquivias, Nerea Riesco, Care Santos, Blanca Riestra, Carmen Amoraga o Cristina Cerrada. Lorenzo Luengo se integra modélicamente en esta tradición, pues venía apuntando buenas maneras con sus relatos premiados en diferentes certámenes, la traducción de los diarios de Lord Byron (Alamut) y su novela corta El quinto peregrino (Pre-Textos). Cinéfilo empedernido y viajero compulsivo, Luengo no podía menos que echar el resto en su primera empresa de largo aliento que ve la luz. Amerika es una novela ambiciosa, quizá demasiado, poco recomendable para el lector de consumo rápido, y sí para el buen degustador de cine clásico, devorador de cintas de serie b y rarezas inconfesables. A pesar de utilizar el manido recurso del manuscrito encontrado, Luengo juega sus bazas y elabora un complicado rompecabezas en el que todas las piezas acaban encajando. De este modo, la historia principal -la insólita propuesta de un millonario excéntrico para rodar el último proyecto del realizador Jacques Tourneur con los medios de la época- se ramifica en la biografía de una actriz infantil desaparecida trágicamente y en la historia de sus antepasados y descendientes conformando un abigarrado puzzle que bebe explícitamente de El crepúsculo de los dioses, del western, de los films con "mad doctor" y de algunas biografías de leyendas como Louise Brooks o Shirley Temple. La pericia del joven narrador para ensamblarlo todo es encomiable, así como su elaborada y cuidada prosa que logra que cualquier personaje o anécdota de las relatadas tenga interés por sí sola. Los deméritos: el exceso de páginas y que el lector actual no esté dispuesto a asumir tanto esfuerzo.

1 comentario:

  1. Yo aún no he leído la novela de Lorenzo Luengo, pero estoy seguro de que va a ser uno de los escritores que va a dar mucho que hablar en el futuro. Además, he tenido (y tengo todavía) la suerte de compartir con él la promoción del premio Ateneo, y no puedo sino hablar cosas buenas de él. Se merece todo el éxito del mundo, y estoy seguro de que lo va a tener.
    Andrés Pérez Domínguez

    ResponderEliminar