lunes, 1 de junio de 2009

Las muñecas rusas


Como ya comentaba aquí mismo hace unos días al abordar su antología poética, la escritura de Juan Bonilla es uno de los más perfectos ejemplos en nuestras letras de lo que se ha dado en llamar universo propio. Como a él mismo le gusta confesar en alguna entrevista, es autor de un sólo libro de poemas, de ensayos y de relatos publicados en varios volúmenes. Su última entrega cuentística, Tanta gente sola (Seix Barral), no es ninguna excepción. Los nueve relatos que conforman este nuevo volumen de esa obra en marcha procrean entre sí mismos compartiendo personajes y anécdotas narrativas, hasta el punto de que el que cierra el volumen titulado El lector de Perec, vuelve a ahondar en la profunda huella que dejó el libro Je me souviens del autor francés en la memoria de Bonilla, quien a su vez ya lo dejó claro en el tomo que también tituló de este modo y que publicó en la colección Calembé de Algaida.

Si a ello añadimos que en los cuentos de Bonilla juega un papel predominante la propia literatura como protagonista todo apunta a una feliz identificación con esas muñecas rusas que proponen un juego interminable, en este caso, entre el lector y el autor. Está el relato de homenaje a Perec pero también el protagonizado por un poeta que es invitado a declamar en una despedida de soltera, el niño que aspira a ser incluido en el libro Guinness de los Records como un especialista en fracasar en buena parte de los mismos, y, por supuesto, el joven que quiere llevar a la realidad un relato de Borges para salvar a su primo, sin duda, el más redondo de todos, y una pieza que justifica por sí sola la lectura del libro. Muy ingenioso, como casi todo lo que procede de Bonilla, es En la azotea, un posible homenaje al film The Truman Show, con vuelta de tuerca final, y francamente evocador El cromo de Boronat. Interesantes son también Todos contra Urbano -una curiosa parodia de los concursos televisivos de sabelotodos- y Fregoli, que retoma una idea ya avanzada en las páginas de Nadie conoce a nadie, la posibilidad de ver el rostro de la amada en cualquiera que se cruza en nuestro camino. El más flojo del conjunto me parece Alma cargada por el diablo, que no pasa de la simple anécdota.

En definitiva, en Tanta gente sola Bonilla vuelve a demostrar sus dotes de hombre orquesta especializado en reciclar su repertorio para que siempre suene distinto. Y eso no es poco.

2 comentarios:

  1. Tu bitácora empieza a coger pulso, Juan Carlos, en la escritura, en las referencias, los temas...Salud, amigo.

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  2. Como decía otro buen amigo, Felipe Benítez Reyes, gracias por el incienso. El tuyo da ya para un libro, ¿qué digo? dos o tres. ¿Para cuándo te decidirás? Ya se te han adelantado algunos como Saramago o más cerca, Enrique García Máiquez y su "Rayos y truenos". Anímate

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