domingo, 19 de abril de 2009

Abrazos menores


Desde que empezó a hablarse del rodaje de Los abrazos rotos tuve la impresión de estaba destinada a ser una película menor en la filmografía de Almodóvar, de ésas que podríamos llamar de entretiempo que suele hacer el director manchego entre una y otra obra maestra. Comparable quizá a Hable con ella y La flor de mi secreto, aunque superior a otros títulos secundarios del cineasta, caso de Carne trémula o La mala educación, Los abrazos rotos mantiene en todo momento ese tono intimista, casi de pieza de cámara, lejos de esos felices fogonazos de emoción y risas que tan bien casaban en sus reverenciadas Volver o Todo sobre mi madre. Se diría que Almodóvar deseaba relajarse gustándose a sí mismo, evocando a sus idolatrados autores del cine clásico americano -léase Douglas Sirk o George Cukor, por ejemplo- para hilvanar una historia (cine dentro del cine, como ya hicieran Truffaut y otros grandes) que el espectador va recomponiendo a modo de un puzzle donde todas las piezas acaban encajando, como sucede con la historia que relata el protagonista -impresionante Lluís Homar- a una no menos espléndida Blanca Portillo sobre el hijo nunca reconocido de Arthur Miller, que se revela finalmente de un evidente paralelismo con la de los personajes principales.

A pesar de desfallecer en algunos momentos la última película de Almodóvar merece verse aunque sea únicamente por la puesta en escena, por la belleza de unos planos que parecen ya marca de la casa: sólo el que ha filmado tantas escenas de sexo puede sorprendernos con nuevas ideas visuales (Penélope Cruz y José Luis Gómez amándose bajo las sábanas, el pie de Kira Miró sobresaliendo del sofá, el apasionado lance en el camerino...). Habría que añadir también el espléndido uso de la banda sonora y el feliz cameo de la mayoría de los secundarios entre los que se incluye Dani "El canto del loco" Martín y una entregada Carmen Machi. Los abrazos rotos parece hecha para los incondicionales del cineasta y quizá decepcione al gran público, pero siempre hay que tener en cuenta que un título menor de Almodóvar bien vale por media docena o más de las mortecinas producciones que nos regala nuestra cinematografía todos los años.

2 comentarios:

  1. Yo lo siento, pero Almodóvar ya es para mí uno de los autores a los que no pienso darle más oportunidades. Creo que ya ha dicho todo lo que tenía que decir, y ya no hace sino repetirse. Me pasa también con otros, como David Lynch. Me ponen de los nervios, no puedo con ellos. Supongo, no sé, que es cuestión de prejuicios.

    Un abrazo, se te lee con atención

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  2. Es la cuestión de siempre, Dani, ¿repetirse o estilo propio? Si echamos una vista atrás a los clásicos (Hitchcock, Truffaut...) o los clásicos contemporáneos (Scorsese, por ejemplo), ¿no hacían también lo mismo? Lo dejo para el debate o una charla de café. Un abrazo. Yo también te sigo con deleite

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